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CA023 - Sección del Carbonífero y Cretácico en la playa de San Pedro de Antromero Ver descripción LIG)

El lugar, al igual que la mayoría de localidades de la región de Cabo Peñas, es conocido ya desde Barrois (1882) y numerosos trabajos posteriores, tales como los de Adaro y Junquera (1916), Llopis-Lladó (1961) Bouroz (1962), Radig (1964), Virgili y Corrales (1968), Julivert et al. (1973), Arbizu et al. (1995), Arbizu et al. (2008), estos dos últimos de tipo más divulgativo que puramente científico. Todos ellos han mostrado el gran interés de esta sección para el conocimiento de la historia geológica de la zona y, por otro lado, sus posibilidades didácticas. Como se ha indicado en el origen del LIG, hay una sucesión carbonífera cubierta por los materiales cretácicos discordantes que, a partir de una falla, se exponen en la mitad noroccidental de esta playa (F-CA023-01). Para seguir un orden en la explicación de este LIG, comenzaremos por los materiales del Paleozoico (Carbonífero) y acabaremos con los del Mesozoico (Cretácico). La base de la sucesión carbonífera se encuentra al otro lado del pequeño saliente hacia el mar situado en el extremo suroriental de la playa (F-CA023-02). Bordeando este saliente se alcanza el afloramiento de la Formación Alba (“caliza Griotte”) del Viseense; este tramo lo forman 25 metros de calizas nodulosas, de tonos rojizos, que caracterizan al Carbonífero Inferior (Viseense) cantábrico. Por encima se desarrolla una sucesión de unos 110 metros de calizas oscuras y fétidas, la Caliza de Montaña, depósitos originados en una plataforma carbonatada estable pre-orogénica; el estudio de estas rocas carbonatadas (Zamarreño, 1966) diferencia una mitad inferior de naturaleza micrítica y muy homogénea (Formación Barcaliente), mientras que el tramo superior muestra diferentes tipos de estructuras sedimentarias, laminaciones, microestratificación cruzada y niveles con brechas (Formación Valdeteja). Estos niveles superiores de la Caliza de Montaña corresponden a los últimos niveles preorogénicos de la región. La sucesión estratigráfica que sigue corresponde al denominado “Flysch carbonífero de Antromero” (F-CA023-03), una sucesión sinorogénica de edad Namuriense, caracterizada por depósitos turbidíticos constituidos por una alternancia rítmica de areniscas, lutitas y calizas (Virgili y Corrales, 1968; Sánchez de la Torre et al., 1983). Esta ritmita, de acuerdo con Virgili y Corrales (1968), tiene una potencia de unos ciento cincuenta metros y en ella se pueden diferenciar cuatro paquetes con características litológicas diferentes (C-CA023-01). Estos términos se diferencian por la importancia del contenido de sus componentes principales, bien arenosos (areniscas tipo grauvaca), bien lutíticos (arcillitas detríticas, oscuras con materia carbonosa) o bien carbonatados (lechos carbonatados a diferentes alturas). Los niveles carbonatados son más patentes, más abundantes y de mayor potencia en su tramo inferior, donde se encuentran niveles de brechas calcáreas cuyo origen fue debido al deslizamiento, en un margen continental activo, de materiales que, procedentes de una plataforma carbonatada, se deslizaron hasta el pie del talud (F-CA023-04). En la columna estratigráfica de Virgili y Corrales de 1968 se muestra la proporción de los diferentes materiales que forman esta serie y las estructuras sedimentarias principales (C-CA023-01), granoselección, estratificación cruzada (F-CA023-05), deslizamiento y doblamiento de niveles (F-CA023-06), etc., asociadas a la sedimentación de una tectofacies flysch. La sucesión postorogénica, que se dispone discordantemente sobre el Paleozoico, comprende un conjunto de niveles de la parte media y alta del Cretácico Inferior (Barremiense y Aptiense) que muestra cómo evolucionó la cuenca, debido a un basculamiento (Ramírez del Pozo y Giannini, 1973), desde un medio continental fluvial con sedimentos de facies Weald y Utrillas del Barremiense, a otro de mar abierto. El Cretácico local debuta con un nivel conglomerático de cantos de gran tamaño (C-CA023-02, F-CA023-01, F-CA023-07 y F-CA023-08). Por encima de este nivel basal se encuentran unos 22 metros de areniscas poco compactadas en las que se encuentran intercalados niveles de conglomerados, con cantos de tamaño menor que el conglomerado basal, y tramos de lutitas grises (F-CA023-09); en estas areniscas son abundantes los restos vegetales, que pueden dar niveles discontinuos de lignito de pocos centímetros de espesor (C-CA023-02 y F-CA023-10). En muchas partes de este tramo inferior se pueden ver concreciones de azufre de color amarillento (F-CA023-09), cuyo origen se debe a la alteración de la pirita que contienen los lignitos (F-CA023-10). Estos materiales siliciclásticos, de acuerdo con Sánchez de la Torre (1982), se depositaron en un medio fluvial que evolucionó paulatinamente a un medio estuarino. La evolución de la cuenca muestra que conforme ascendemos en la serie los niveles muestran características de una mayor profundidad. De este modo vemos que a las areniscas y conglomerados basales les siguen 15 metros de margas arenosas, arcillas, calizas margosas y calizas (F-CA023-11). La fauna aparece muy abundante por tramos, encontrándose niveles lumaquélicos de margas con ostreidos (F-CA023-12) y calizas gris claro con gasterópodos, mientras que muchos de los niveles lutíticos muestran una bioturbación muy marcada, originada, principalmente, por crustáceos. Aunque de difícil reconocimiento para los no expertos, se pueden ver algunas huellas de pisadas de dinosaurio (F-CA023-13), que se muestran como grandes bolsadas rellenas del sedimento suprayacente. La sucesión termina con 70 metros de calizas, margas y esporádicos niveles areniscosos, de características típicamente marinas, con una fauna que contiene gasterópodos y bivalvos en su parte inferior, y foraminíferos propios de mar abierto en la superior (Sánchez de la Torre, 1982).
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