Historia de la Geología.
Justificación: El interés principal es referente a la historia geológica por la existencia de registros sedimentarios de varias etapas: Estratos del Paleógeno (sección más completa del Eoceno medio-Oligoceno; Afloramientos marinos de materiales correspondientes a varios estadios del MIS 5; Presencia de turberas y restos de troncos de más de 5.000 años BP; Laboratorio ambiental donde se detecta la evolución del cambio climático actual, con erosión de la flecha arenosa de desembocadura, generación de una nueva hacia el interior del estuario y el relleno sedimentario paulatino de este último.
El itinerario se iniciaría en el sector occidental, en el que afloran los materiales más antiguos, tanto en la playa de Merón como en continuación en la playa de Gerra. En este sector, se expone la sección marina más completa del Eoceno medio-Oligoceno (Paleógeno) del norte de la península Ibérica. La sucesión corta el flanco norte del sinclinal alpino de Colombres-Oyambre (también llamado de san Vicente de la Barquera). La sucesión eocena se depositó previamente a la formación del sinclinal alpino. La rampa carbonatada marina se reconoce en las calizas de macroforaminíferos del Luteciense (Formación Serdio) con grandes caparazones de Assilina que se disponen subverticales a invertidas entre la punta de Peñaentera y el cabo de Oyambre. La rampa experimentó un aumento de profundidad durante la sedimentación de las calizas arenosas, parcialmente dolomitizadas, areniscas con glauconita de la Formación Colombres, y sobre todo con la sedimentación de 100-140 m de la Formación La Acebosa. Ésta consiste en margas y calizas margosas hemipelágicas que incorporan capas delgadas de turbiditas y alguna capa resedimentada con marcroforaminíferos. Los foramíniferos permiten interpretar un incremento desde 500 a 900 m de profundidad para el fondo marino. El estudio de las asociaciones de foraminíferos planctónicos y bentónicos, nanoplancton calcáreo, la magnetocronología, la geoquímica de isótopos estables y la cicloestratigrafía en la pequeña playa al este del cabo Oyambre, permitieron discutir la cronoestratigrafía del límite entre los pisos Luteciense y Bartoniense, y estimar una edad de 43,45 Ma para la inversión de polaridad del campo magnético entre los crones C20n y C20r (Payros et al., 2015; Martínez-Braceras et al., 2016; Dináres-Turell et al., 2018).
Una superficie de despegue separa la Formación Oyambre de la Formación La Acebosa. Las lutitas y margas tienen coloraciones rojas con foraminíferos planctónicos del Priaboniense (Portero Molina y Ramírez del Pozo, 1976). Intercalan capas de turbiditas granoclasificadas de areniscas carbonatadas con fauna resedimentada y conglomerados polimícticos con componente silíceo y carbonatado. Las turbiditas se depositaron en un abanico aluvial profundo desarrollado en el fondo abisal. Abundante bioturbacíon (icnofacies de Nereites) es visible en las capas cementadas. La sucesión contiene olistolitos y bloques de caliza blanca a rosa con faunas arrecifales (Formación Los Vía). Abundan las algas rojas (Lithothamnium, Lithophyllum y Archaeolithothamnium) y los corales escleractínidos que proceden del desmantelamiento de una plataforma arrecifal que debió generarse sobre la lámina que cabalgaba desde el sur al sinclinal de Colombres-Oyambre.
La Formación Merón se inicia con 80 m de depósitos en masa, olistolitos de escala decamétrica (rocas triásicas y cretácicas), conglomerados polimictios y margas sobre los que suceden unos 320 m de margas con areniscas granoclasificadas, conglomerados y olistolitos. Las margas contienen foraminíferos planctónicos del Oligoceno (zonas de Paragloborotalia opima y Globigerina ciperoensis ciperoensis (Portero Molina y Ramírez del Pozo, 1976). Los foraminíferos de las capas de turbiditas están resedimentados desde plataformas construidas a menor profundidad, incluyendo especímenes reelaborados de Orbitolina (Cretácico), abundantes macroforaminíferos y algunos olistolitos de calizas arrecifales (Priaboniense). Van Heck y Drooger (1984) y más tarde Ferràndez-Cañadell et al. (1999) concluyeron una edad oligocena para la Formación Merón, en concreto Chattiense inferior (Zona SB-22B) en base a los especímenes de marcroforaminíferos. Reguant (1997) estudió los fragmentos de briozoos Cheilostomatida oligocenos resedimentados junto a otros del Eoceno. La Formación Merón es la unidad marina más joven conocida en toda el área de la cuenca Vasco-Cantábrica y de los Pirineos, donde la elevación de la cordillera alpina derivó en una sedimentación continental oligocena generalizada.
Los materiales Pleisto-Holocenos se continúan justo detrás de la posplaya (punto 2), donde se conservan restos de terrazas marinas, de las cuales la más espectacular es la correspondiente al nivel IX (Flor y Flor-Blanco, 2014), motivo de la visita detallada. Hay otras manifestaciones de interés, como turbas y tocones de árboles de varios miles de años de antigüedad en la zona intermareal de la playa, solamente visibles cuando los temporales eliminan la cubierta arenosa. Aquí se conserva el nivel más representativo de todo el litoral cantábrico, correspondiente a la rasa XI (2-7 m, figuras 3 y 4), descritas por Flor (1983):
A) Erosión del borde costero sobre los materiales margosos terciarios dando lugar a una plataforma de abrasión.
B) Formación de una playa con bloques y cantos en la parte alta y arenas bioclásticas en el resto.
C) Elevación del nivel del mar determina mayores aportes arenosos que recubren los bloques de la parte alta de la playa.
D) Retirada del nivel del mar (época fría) quedando el conjunto anterior expuesto al recubrimiento por coladas de solifluxión.
E) Subida del nivel del mar, sin llegar a la cota anterior y formación de una gran duna longitudinal.
F) Ascenso cortical, erosión de estos depósitos y de la superficie de abrasión infrayacente, además de la formación de la playa arenosa actual.
Estos materiales han sido datados entre 130.000 y 40.000 años (Sainz de Murieta et al., 2021).
El recorrido continuaría a lo largo de toda la playa, donde, eventualmente, aflora una turbera continental datada por Garzón et al. (1996) en 6.210-5.300 ± 85 años BP y restos de troncos, algunos de ellos en posición de vida y con edades inferiores a la de la turbera.
Por último (punto 4), está el estuario de Oyambre, donde se desarrollan dos subsistemas estuarinos, cada uno de ellos ligado a la cuenca de un arroyo costero; el principal del río Turbio, de dirección N-S, que fue embalsado a la altura de la carretera CA-135 en lo que constituye propiamente la cola del estuario de La Rabia; el occidental o de El Capitán, que sigue una dirección E-O.
El campo dunar existente, de hasta 4 m de altura y que en la actualidad se encuentra en recesión en su parte frontal, constituye la barrera confinante del estuario. Por otro lado, en el interior de éste se abre una pequeña bahía arenosa, compartida con el sistema lateral de El Capitán, y la zona más amplia de marismas, aguas arriba.
Se construyeron diques para desecar éstas últimas para la plantación de eucaliptos, que en los años 90 se abrieron para recuperar la dinámica natural, dando el aspecto fantasmagórico actual. Esto ha favorecido el volumen de inundación y los cambios en la velocidad de las corrientes.
Este sistema es un pequeño laboratorio del cambio climático actual, ya que, la subida del nivel del mar de más de 2,6 mm/año, según el IPCC, y el incremento de temporales en las últimas décadas (Flor-Blanco et al., 2021), favorecen, por un lado, que las dunas se erosionen y, por otro, que los estuarios se vayan colmatando de sedimento con tasas muy distintas (Bruschi, 2013; Flor-Blanco y Flor, 2019), pudiendo calcularse este proceso. La recurrencia de temporales en las últimas décadas provoca que en las zonas internas se introduzca arena cada vez de forma más acelerada, de modo que toda la fauna y flora de estos hábitats se venga modificando, incluyendo la sustitución de vegetación de marisma e, incluso, su parcial desaparición. Estudios sobre la tasa de sedimentación en estuarios, pone de manifiesto la relación existente entre la acción antrópica y sus efectos sobre los sistemas naturales, habiéndose detectado un incremento a finales de los años 70 (Bruschi et al., 2013).
En el caso del campo dunar, ha tenido una recesión variable desde 1956, con valores máximos de 21 m en su frente y más de 33 m en la parte interna. Gran parte de esta erosión se ha producido a lo largo de este siglo. En la actualidad, en su margen oriental se está formando una nueva duna hacia el interior de la bocana del estuario, adoptando una morfología de gancho, siendo esto un indicativo claro de los efectos del cambio climático actual.
Sedimentológico.
En la parte occidental del acantilado se puede observar una secuencia estratigráfica en la cual se pueden interpretar cambios climáticos antiguos del Papleógeno y Pleistoceno, además de la presencia de la turbera (interés edafológico) bajo la playa. Los registros en este sector muestran un interés sedimentológico al ver afloramientos al permitir interpretar fácilmente los procesos de depósito y erosión posterior, además de interés geomorfológico por la existencia de movimientos en masa, playas de cantos y bloques, meteorización en los materiales, procesos de erosión en la parte central de la ensenada y que han obligado a aplicar medidas de contención de laderas mediante escolleras y el traslado de un monumento cultural (interés geotécnico).
Tanto la playa como las dunas y el estuario tienen un interés sedimentológico y geomorfológico por su dinámica actual, y en las dunas, en ciertas secciones, se pueden ver bien algunas estructuras sedimentarias y suelos. La parte del estuario posee también, por su propia naturaleza fluvio-mareal, un cierto interés por las evidencias del cambio climático al poder utilizarse como aula al aire libre de estructuras sedimentarias, cambios de facies, diferentes hábitats, organismos y vegetación estuarina y dinámica fluvio-mareal.
Por último, es interesante porque se puede ver la ordenación del territorio que se ha aplicado al existir accesos, construcciones, campos de golf y presencia de diques y compuertas, que se han visto afectadas por los procesos marinos.