- Geológico principal :
- Hidrogeológico.
Los Ojos del Guadiana se pueden considerar el “termómetro” de evaluación del estado natural del antiguo Sistema Acuífero 23 de la Llanura Manchega, actualmente conformado por las MASb Mancha Occidental I, Mancha Occidental II y Rus-Valdelobos.
La naturaleza nos ofrece, por sí misma, un indicador del estado hidrológico del acuífero, en forma de espacio natural en el que habitan numerosas especies de flora y fauna típicas de zonas de humedal. La preservación de este ecosistema característico de la Llanura Manchega tiene interés por sí mismo, lo cual no resta importancia al significado hidrogeológico de un entorno como este.
El conjunto de manantiales que conforman Los Ojos del Guadiana son los puntos de drenaje en superficie del acuífero superior, de los dos horizontes acuíferos integrantes del Sistema Acuífero 23. El acuífero superior está constituido por los niveles carbonatados (calizas y margas con diferente grado de karstificación), dentro de la serie sedimentaria del Plioceno-Pleistoceno.
El corredoror central de la cuenca alta del Guadiana, integrado por las MASb Mancha Occidental I, Mancha Occidental II y Rus Valdelobos, constituye el sector más deprimido de la cuenca (da lugar a la Llanura Manchega). Rrecolecta y canaliza las aguas superficiales y subterráneas de los sectores periféricos, más elevados topográficamente (bloques tectónicos elevados con respecto a la fosa de la Llanura Manchega). El drenaje se produce hacia sus márgenes Este y Oeste, a partir de las respectivas divisorias de aguas superficiales (límite de cuencas del Guadiana-Júcar), y subterránea, situada en la MASb Rus-Valdelobos (López Gutiérrez et al., 2013).
A partir de la divisoria de aguas subterráneas citada, el flujo subterráneo de la Mancha Occidental toma dirección Este-Oeste, en condiciones naturales, hacia su zona de drenaje en los Ojos del Guadiana, Tablas de Daimiel, y cauce del río hasta su llegada al embalse de El Vicario. En este tránsito, el acuífero acumula un gran volumen de recursos, procedentes de la infiltración directa del agua de lluvia y de los aportes subterráneos de las MASb Sierra de Altomira y campo de Montiel, principalmente. El mayor almacenamiento de agua subterránea se produce en el sector central de la Llanura Manchega, allí donde la potencia de acuífero alcanza un mayor espesor.
En su avance, el agua subterránea se ve forzada a ascender por la propia morfología de la cuenca sedimentaria, que reduce el espesor por elevación del zócalo, y cierre lateral en superficie por afloramiento de los materiales de baja permeabilidad paleozoicos.
Los ríos presentan amplias llanuras de inundación y constituyen tablas fluviales por influencia de aguas de origen superficial y subterráneo, en las que se instauran especies de flora y fauna de humedal. Los aportes subterráneos hacen que la climatología tenga una influencia moderada en superficie, dado que estos tienen una capacidad de regulación mayor que las aguas superficiales.
A pesar de esta gran capacidad de regulación, el nivel de las aguas subterránea sufre continuas fluctuaciones asociadas a las secuencias de periodos húmedos y secos. El modelado geomorfológico que hoy conocemos en los Ojos del Guadiana y su entorno, hasta las Tablas de Daimiel, responde a esta fluctuación natural. Se describe en forma de amplia llanura, de pendiente reducida, en la que los cursos fluviales se encuentran escasamente encajados. Se identifican en superficie numerosas estructuras de disolución kárstica de tipo dolina y uvala, provocadas por disolución y karstificación de los niveles carbonatados, consecuencia de los continuos ascensos y descensos piezométricos. El propio valle fluvial en el que se ubican los Ojos se origina como respuesta geomorfológica al encadenamiento de sucesivas dolinas, resultando un valle fluvial en el que los Ojos son los puntos de drenaje del acuífero regional.
El entorno de los Ojos del Guadiana se convierte en un claro ejemplo de cómo las políticas de gestión hídrica y los factores climatológicos influyen, de forma determinante, en la evolución de un acuífero y de los ecosistemas dependientes ligados a las aguas subterráneas.
- Geológico secundario :
- Tectónico.
Geomorfológico.
Estratigráfico.
En los Ojos del Guadiana se concentran diferentes aspectos de interés desde el punto de vista geológico. Por un lado, la reconstrucción de los diferentes episodios tectónicos que afectaron a la zona, y que han dado como resultado la estructura geológica que hoy conocemos. Esta resulta determinante en la dinámica hidrogeológica que da origen a los Ojos del Guadiana y determina su funcionamiento. Por otro lado, la dinámica hidrogeológica es la causante del modelado geomorfológico de los Ojos del Guadiana y su entorno, en tanto que responden a estructuras de disolución kárstica en un medio de naturaleza carbonatada.
La reconstrucción de la historia geológica comienza con la reactivación de las fracturas tardihercínicas del basamento Paleozoico durante la orogenia alpina, en régimen distensivo (fase Iberomanchega I). Se origina una fosa tectónica alargada, de dirección E-O, que se rellena progresivamente con materiales mesozoicos y cenozoicos. En el sector occidental, en el que se encuentran los Ojos del Guadiana, no existe registro sedimentario Mesozoico ni del comienzo del Cenozoico (Mioceno), de forma que los sedimentos pliocenos y pliocuaternarios se disponen directamente, de forma discordante, sobre el zócalo Paleozoico.
La serie sedimentaria se adapta a la morfología del techo del zócalo, definida mediante una estructura de domos y cubetas (estructura en “cartón de huevos” en sentido figurado), y cuyo espesor se reduce hacia su extremo occidental en el que afloran los materiales paleozoicos del basamento. Esta serie se compone, a grandes rasgos, de una serie terrígena (gravas, arenas y limos) en su base, seguida de una serie carbonatada flovio-lacustre, caracterizada por frecuentes cambios laterales de facies (calizas, margas, arcillas margosas y niveles yesíferos, principalmente) que constituyen el acuífero regional.
Resulta determinante, dentro de los episodios tectónicos que se suceden a lo largo de la historia geológica de la zona, la fase Iberomanchega II que produce el basculamiento de la cuenca sedimentaria hacia el SO. Este aspecto determina la dinámica hidrogeológica resultante: la circulación de agua hacia el extremo occidental en el que se produce el drenaje de la Llanura Manchega, tanto de aguas superficiales como subterráneas.
La morfología de la cuenca en este sector determina la influencia de las aguas subterráneas en la superficie, y por ende, el modelado geomorfológico caracterizado por numerosas estructuras de disolución (dolinas y uvalas), y generación de amplios valles fluviales sin posición de cauce definido, en los que se produce el aporte de aguas subterráneas en los puntos topográficamente más deprimidos.
El cauce del río Guadiana, en el área en que sitúan los Ojos, podría responder a una concatenación de estructuras de disolución, proceso favorecido por la presencia de un domo estructural en el basamento, cuyo efecto es la reducción de espesor de la sedimentación cenozoica sobre esta estructura. Consecuentemente, el agua subterránea que circula a través de esta unidad se ve obligado a tomar una dirección alternativa, favoreciendo los procesos de karstificación por incremento en la velocidad de circulación.
- Interés no geológico :
- Naturalístico (botánico-faunístico).
Paisajístico.
Arqueológico.
Histórico o cultural.
Asociado a los Ojos del Guadiana y a sus características hidrogeológicas, se han desarrollado un paisaje y una diversidad de fauna y flora características de La Mancha, creándose así el prototipo de ecosistema de la Llanura Manchega. Geomorfológicamente, se caracteriza por un paisaje en el que domina la amplia llanura, por la que discurren los principales ríos moderadamente encajados. El cauce de estos cuenta con una amplia llanura de inundación, consecuencia de su intrínseca relación con las aguas subterráneas. Sus márgenes se encuentran intensamente aprovechadas por cultivos, dadas la fertilidad de sus suelos por un lado, y la relativa facilidad de acceso al agua, por otro.
La vegetación de los Ojos del Guadiana es propia de ambiente palustre, con enea y carrizo como especies representativas. Asociado a la condición de humedal, se desarrollan en la zona numerosas especies faunísticas propias de este tipo de ambientes, además de constituir un importante hábitat para aves acuáticas.
La naturaleza del río Guadiana, en lo que respecta a su nacimiento en una llanura, así como el carácter ganador o perdedor de los ríos de la Llanura Manchega en función de la zona considerada y la climatología dominante, ha dado pie a su bien conocida y literaria característica por la que se le atribuye la capacidad de aparecer y desaparecer, y ha dado lugar a leyendas y frases populares referidas a la peculiaridad de un río que discurre por superficie y que en una zona determinada desaparece y vuelve a resurgir a una distancia de varios kilómetros de su zona de infiltración.
En el aspecto cultural, la idiosincrasia de los Ojos del Guadiana ha condicionado el aprovechamiento del entorno por los habitantes de la zona, desde épocas remotas hasta la actualidad. Así, en cuanto a la explotación de recursos minerales, el aprovechamiento de cales y yeso tiene larga tradición en los municipios de Villarrubia de los Ojos y Daimiel, hasta la más reciente explotación de turberas. El modo de vida de las gentes también va ligado a la convivencia con el entorno: así lo atestiguan los numerosos molinos que se sitúan en el cauce del Guadiana y que molían el grano que se cultivaba en las fértiles tierras de la llanura de inundación; la cultura de caza y pesca asociada a las zona de humedal; elaboración de aperos y utensilios diversos a partir de la manufactura de la vegetación de ribera (enea, esparto, mimbre, etc.); así como las ventas manchegas que daban alojamiento y servicio a la población que se movía en torno a este centro de actividad económica.
En el plano arqueológico cabe mencionar la Cultura de las Motillas como uno de los aspectos más destacados en el entorno de los Ojos del Guadiana en particular, y en la Llanura Manchega en general (Mejías et al., 2014; Mejías el al., 2015). Se trata de un tipo de asentamientos que datan de la Edad del Bronce (2200 a.C.), y de los que se han catalogado un total de 32 motillas en La Mancha. A grandes rasgos, las motillas se pueden definir como poblados fuertemente fortificados, situados en áreas de fácil acceso al agua, y alrededor de las cuales se desarrollaban asentamientos dedicados a la agricultura. A raíz de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en la vecina Motilla del Azuer, se ha podido identificar la existencia de un pozo excavado en su interior de hasta 18 m de profundidad. Este sería el más antiguo indicio de explotación de agua subterránea en Europa Occidental. Investigaciones geológicas e hidrogeológicas posteriores llevadas a cabo en otras motillas han determinado la posibilidad de aprovechamiento de agua subterránea en todas ellas, a una profundidad viable con los medios de la época. De ser así, las motillas reflejan una cultura de aprovechamiento de agua, superficial en origen, y subterránea en condiciones de aridez, que está íntimamente ligada a la naturaleza y funcionamiento del acuífero de la Llanura Manchega (Sistema Acuífero 23). El entorno de los Ojos del Guadiana sería un lugar propicio para un aprovechamiento hidráulico como el referido, y así lo confirma la presencia de las Motillas de Zuacorta y de la Máquina en los Ojos del Guadiana, las motillas de Daimiel, de los Palacios y del Azuer en el cauce del vecino río Azuer, las de Las Cañas y la de El Cura en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, y la de la Albuera en la laguna homónima, todas ellas situadas en un radio de 20 km.
- Autores :
- J. del Pozo Tejado
M. Mejías Moreno
- Proponentes :
- M. Mejías Moreno
- Referencias :
Del Pozo, J. y Mejías, M., (en prensa). Los Ojos del Guadiana y del Gigüela: el sorprendente resurgir de una masa de agua subterránea declarada “en riesgo”. Boletín Geológico y Minero.
IGME, 1988. Hoja nº 760 Daimiel. Mapa geológico de España, serie MAGNA 1:50.000.
IGME, 2013. Hoja nº 737 Villarrubia de los Ojos. Mapa geológico de España, serie MAGNA 1:50.000.
López-Gutiérrez, J., Plata J.L. y Mejías, M., 2013. Caracterización de la divisoria hidrogeológica Guadiana-Júcar en la Llanura Manchega mediante técnicas geológicas geofísicas. Boletín Geológico y Minero. 124 (3) 381-404.
Mejías Moreno, M. (Ed.) 2014. Las Tablas y los Ojos del Guadiana: agua, paisaje y gente. Instituto Geológico y Minero de España, Organismo Autónomo Parques Nacionales. Madrid. 360 pp. ISBN: 978-84-7840-927-3.
Mejías, M.; Benítez de Lugo, L.; del Pozo, J. y Moraleda, J. 2014. Los primeros aprovechamientos de aguas subterráneas en la Península Ibérica. Las motillas de Daimiel en la Edad del Bronce de La Mancha. Boletín Geológico y Minero 125(4): 455-474. ISSN 0366-0176.
Mejías Moreno, M.; Benítez de Lugo Enrich, L.; López Sáez, J.A. y Esteban López, C. Eds. 2015. Arqueología, Hidrogeología y Medio Ambiente en la Edad del Bronce de La Mancha: la Cultura de las Motillas. Instituto Geológico y Minero de España. Madrid. 120 pp. ISBN: 978-84-7840-972-3.
Mejías, M., López-Gutiérrez, J. y Martínez-Cortina L. 2012. Características hidrogeológicas y evolución piezométrica de la Mancha Occidental. Influencia del periodo húmedo 2009-2011. Boletín Geológico y Minero 123(2): 91-108. ISSN 0366-0176.