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Formulario para apadrinar un Lugar de Interés Geológico

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TM063 - Formaciones tobáceas del río Tajuña entre Masegoso y Brihuega Ver descripción LIG)

La vertiente septentrional del valle del río Tajuña, desde Masegoso hasta Brihuega, se caracteriza por la presencia de múltiples formaciones tobáceas emplazadas en edificios colgados a diferentes cotas sobre el fondo del valle. Se formaron a partir de los procesos de precipitación de carbonatos desarrollados en los distintos manantiales que, a lo largo del Cuaternario, descargaron el acuífero kárstico, conformado por las calizas miocenas del techo de este páramo alcarreño. Por ello, pertenecen a la categoría de edificios tobáceos de fuente o manantial (perched spring line tufas) y se hallan presentes a lo largo de todo este tramo del valle, siendo el entorno de la pedanía de Cívica, los alrededores del paraje El Sotillo y las inmediaciones de un pequeño barranco cerca de Brihuega, los lugares donde se advierten los edificios tobáceos más notables, con espesores que pueden sobrepasar los 10-12 m. Entre sus características morfológicas destacan sus perfiles de alzado cuneiforme con techos más o menos plano, delimitados en su zona distal por taludes verticalizados. Por ellos se derramaron flujos de agua cuya dinámica estimuló la eficacia de los procesos de precipitación. Las tobas constituyentes son principalmente tobas de musgos que corresponden a fitohermos de briofitas. En la estratigrafía de los edificios, además de la reiterada presencia de los musgos, se identifica la de tobas de facies lacustres; ocupan el muro de los edificios tobáceos o aparecen, incluso, en ciertos fondos de pequeños arroyos colgados. También, en su seno y con relativa frecuencia, se advierte la existencia de coluviones de origen crioclástico sugiriendo la alternancia de etapas frías (no propicias al desarrollo de las tobas) con otras templado/húmedas que favorecieron unas condiciones de fitoestabilización y la precipitación de carbonatos en esta ladera. Aunque no se tienen datos de su cronología absoluta, al parecer estas formaciones pertenecen a distintas generaciones cuaternarias. Las más antiguas se vincularían a varias etapas pleistocenas y a ellas se asociaría la mayoría de los edificios de este valle. Ocupan las posiciones más elevadas (+80-100 m) en la vertiente, ofreciendo una notoria degradación y karstificación. El río Tajuña, con su progresiva incisión, generó nuevos niveles de base que desarticularon, también, los niveles de base kársticos y las descargas de agua en los manantiales. Este fenómeno fue el que controló la disfuncionalidad de los edificios tobáceos más altos y, coetáneamente, favoreció el crecimiento a su pie de nuevos edificios adventicios que, a modo de destacados peldaños, se escalonan en la vertiente (Ver Esquema 1 ). También abundan los edificios holocenos, mucho mejor conservados, y con una posición geomorfológica ubicada a escasa altitud sobre la campiña del Tajuña. Finalmente, existen ciertos parajes, muy escasos (El Sotillo, y sobre todo Cívica), donde la acumulación de toba continúa registrándose actualmente en ciertos saltos de agua y cascadas. En estos puntos de se desarrollan Cratoneurum commutatum como principal especie encrustada y Eucladium verticillatum como especie menos calcificada, entre otras especies de musgos y hepáticas. La tasa de crecimiento tobáceo, a finales del siglo XX, era de 2-3 cm/año. Este tipo de hábitat ecológico correspondería al denominado “Formaciones tobáceas generadas por comunidades briofíticas en aguas carbonatadas (7220).
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