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Formulario para apadrinar un Lugar de Interés Geológico

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IC4027 - Cono y coladas negras prehistóricas del Pico del Teide y sistema fumaroliano activo Ver descripción LIG)

La morfología de un estratovolcán, la gran erupción final de las coladas negras y las fumarolas del cráter. Morfológicamente, la montaña de El Teide tiene dos partes bien diferenciadas. La gran masa principal y el Pico final de la cumbre. La erupción del Pico fue, sin duda, la última de las resurgencias del Teide que rellenó el cráter anterior y, casi en su totalidad, el antiguo cráter de La Rambleta, una depresión con forma de herradura abierta al NO, de 850 metros de eje mayor, con un borde externo a 3.555 metros de altura. En la actualidad, el borde norte de este cráter está oculto por las coladas posteriores que, mayoritariamente, se emitieron hacia el norte. El actual Pico del Teide es un cono perfecto de 720 metros de diámetro y 160 metros de altura. En su cima tiene un cráter semicircular de 70 metros de diámetro y 45 m de profundidad del que surgen pequeñas fumarolas activas que expulsan gases de azufre de 86ºC. La emisión del Pico del Teide, el Pilón o Pan de Azúcar y sus coladas asociadas, denominadas localmente como Lavas Negras, datada en 1.150±140 años, constituyen en conjunto la última manifestación eruptiva registrada en el estratovolcán activo Teide-Pico Viejo. Las primeras surgencias rellenaron en su totalidad el cráter anterior, situado en La Rambleta, una depresión que presentaba forma de herradura abierta al noroeste, de 850 m de eje mayor, con un borde externo situado a aproximadamente 3.555 m de altura. La progresión del paroxismo dio como resultado la superposición, respecto al citado paleocráter, del actual cono cimero, mostrando unas dimensiones regulares de 720 m de diámetro, 160 m de altura y pendientes acusadas que se aproximan a los valores críticos de reposo. En su cima se localiza un cráter semicircular de 70 m de diámetro y 45 m de profundidad, al que se vincula un sistema fumaroliano de baja temperatura a través del cual se canalizan emisiones difusas de gases, mayoritariamente vapor de agua, CO2 y compuestos de azufre y nitrógeno, con observancia de singulares formaciones cristalinas por sublimación del azufre que tapizan zonas del interior del cráter. La excepcionalidad de este yacimiento determinó que desde el siglo XVI fuera objeto de un intenso aprovechamiento con fines principalmente fungicidas para la agricultura tradicional o para mezclas pirotécnicas, por lo que actualmente estos precipitados amarillentos están poco desarrollados y ligados a la cercanía de las fumarolas. El episodio eruptivo tuvo su culminación mediante la emisión, desde la zona sumital del estratovolcán, de diferentes coladas fonolíticas de textura vitrofídica, designadas localmente como Lavas Negras debido al color oscuro que imprime su naturaleza obsidiánica. Asimismo, el punto de surgencia prefijó que las mismas discurrieran en todas direcciones de manera radial, alcanzando el máximo recorrido en el flanco norte del edificio, donde se detuvieron en la cota 690, por encima de la Florida Alta. Por el flanco sur descendieron hacia la Montaña Blanca, a la que cubrieron solo en parte al ser desviadas por el obstáculo impuesto por la presencia de una depresión entre ambos edificios. Morfológicamente, las Lavas Negras permiten apreciar ejemplos destacados de canales lávicos y derrames laterales asociados, así como, en la zona de Montaña Blanca, significativos ejemplos de bolas de acreción.
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