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CV015 - Estuario y litoral de Urdaibai Ver descripción LIG)

El Estuario y litoral de Urdaibai se ubica en la costa vizcaína. La longitud total del estuario es de 12 km. El Geosite comprende tres unidades fundamentales, el litoral acantilado (de naturaleza erosiva), playas arenosas y de cantos encajadas como las de Laga, Harribolak, Ondartzape o Aritxatxu y el estuario del río Oka (de naturaleza sedimentaria), y cuenta con un conjunto de elementos litorales relevantes de edad pleistocena y holocena que permiten caracterizar una parte sustancial de los procesos cuaternarios típicos de una costa inundada acantilada sujeta a la acción de las mareas y el oleaje. Algunos de estos elementos característicos han sido catalogados individualmente dentro del Inventario de Lugares de Interés Geológico (LIG) de la Comunidad Autónoma del País Vasco (2013). Las variaciones del nivel del mar acaecidas a lo largo del Cuaternario han sido las responsables de las diversas morfologías costeras. Los valles fluviales, como el del río Oka, fueron inundados por el mar y convertidos en rías que presentan una circulación estuarina tras el último cambio climático (hace 11.500 años) y que, consecuentemente, están siendo rellenados con sedimentos de origen marino, estuarino y continental. Asimismo, es posible observar una serie de estructuras relictas como plataformas de abrasión elevadas (rasas) que son indicadoras de reestructuraciones tecto-eustáticas ocurridas a lo largo del Cenozoico (Pascual et al, 2004). Generalidades sobre el estuario del Oka y su litoral. La cuenca del Oka que vierte al estuario del mismo nombre constituye una de las siete cuencas hidrográficas principales de Bizkaia y se puede dividir en varias subcuencas (Eraso et al, 2001). El río Oka es el eje principal del área descrita, nace a 450 m de altitud y recoge las aguas de numerosos tributarios. Al igual que la mayoría de los cauces de esta cuenca, el río Oka se caracteriza en su tramo inicial por fuertes pendientes y una intensa acción erosiva. Aguas abajo, en su curso medio, sus pendientes son moderadas, la competencia del flujo es menor y desarrolla llanuras de inundación que actualmente están más o menos urbanizadas. Desde el año 1998, existe una estación de aforo en Muxika situada a cota 20 m, que controla una cuenca de drenaje de 31,56 km2. En la misma se han registrado valores de caudales medios para el río Oka de 0,644 m3/s, con mínimos de 0,050 m3/s (9/IX/2006) y máximos de 20,891 m3/s (26/VIII/2002) para el período comprendido entre los años hidrológicos 1998-99/2013-14. La respuesta de la escorrentía a la precipitación en todas estas subcuencas es muy rápida, lo cual indica que los cauces fluviales regulan muy poco el volumen de agua aportado a la cuenca. Los registros de la estación de aforos de Muxika señalan que desde el momento en que la precipitación tiene lugar, en menos de 3 horas e incluso antes y dependiendo del estado de saturación de los suelos, se produce un aumento de caudal en los cauces fluviales que paulatinamente va decreciendo en función de la cantidad de lluvia aportada. Este proceso da lugar a que, cuando la precipitación es intensa, los cauces fluviales ocupen sus llanuras de inundación parcialmente urbanizadas y se produzcan “desastres naturales”, como ocurrió en el año 1983 o, más recientemente y en menor medida, en el año 2002. Así, bajo estas circunstancias, llegan al estuario volúmenes importantes de agua dulce, que pueden producir una leve estratificación, y de sólidos en suspensión que en parte son exportados fuera del estuario. Por su orientación y posición, la costa vasca está expuesta a fuertes oleajes del cuarto cuadrante como consecuencia de la formación y evolución de las bajas presiones noratlánticas. Este oleaje (mar de fondo del noroeste) es el más común en el área de estudio y persiste en situaciones de calma local e incluso con vientos fuertes y relativamente continuos de direcciones netamente diferentes. Respecto a la marea, la costa vasca se define como meso-macromareal (Davis, 1964) y su onda mareal es de carácter semidiurno (12 h 24 min). La onda mareal se introduce desde el oeste incrementando su altura hacia el este. El rango mareal medio en mareas muertas se encuentra alrededor de 1,5 m. En mareas vivas, en cambio, es de 4 m (Iribar e Ibáñez, 1979). El rango anual máximo, sin embargo, sobrepasa los 4,5 m durante las mareas vivas equinocciales de marzo y septiembre (Instituto Hidrográfico de la Marina, 1992). En el estuario del Oka, debido a la morfología del lecho estuarino, el ciclo mareal es asimétrico siendo la fase de flujo menor que la fase de reflujo, especialmente durante las mareas vivas (Ruiz et al, 1994). Este proceso da lugar a que se produzcan corrientes más intensas durante la llenante y una mayor duración de la bajamar. Relación histórica entre el estuario y el ser humano que afectan a la dinámica sedimentaria. Los primeros datos contrastados de la interacción del ser humano con el litoral se sitúan en la Prehistoria. La recolección de moluscos marinos comienza en épocas muy tempranas, tanto con una finalidad estética como por razones alimenticias, sin que estas actividades afectaran a la evolución natural del lugar hasta que en el siglo XVII se inicia el cierre de los juncales a la influencia mareal. La desecación acelerada de éstos se practica a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, obedeciendo a la necesidad de tierras para el cultivo como consecuencia del crecimiento de la población. A mediados del siglo XX, las zonas de marisma rellenadas anteriormente se abandonaron debido al éxodo propiciado por la revolución industrial. De esta manera, las munas que aislaban los cultivos del influjo mareal se van rompiendo debido a la acción conjunta de las mareas y el oleaje, y a lo largo del siglo XX las áreas invadidas poco a poco se van convirtiendo de nuevo en marismas. En los años 1980, con anterioridad a la aprobación de la Ley de Costas (1988) que promueve el deslinde del área de Dominio Público Marítimo Terrestre (DPMT), se producen dos actuaciones de relleno en zonas del estuario. La primera en 1984 con el fin de recuperar las actividades agrarias en Anbeko (Gautegiz-Arteaga) donde se reconstruyeron las antiguas munas que aislaban la zona, y la segunda en 1987 con el objetivo de hacer valer los supuestos derechos de propiedad de algunos vecinos en el denominado “triángulo de Murueta”. Ahí, la muna se había roto durante las inundaciones de 1983 y la marea estaba regenerando la zona. Sin autorización alguna se introdujo maquinaria pesada en el estuario y se rehizo la muna. La navegación por el estuario ha sido uno de los pretextos más repetidos a lo largo de la historia para justificar una intervención a escala del conjunto estuarino. La ría fue navegable en el pasado hasta el municipio de Gernika-Lumo, al menos para embarcaciones de pequeño calado. Ya en 1366 la carta fundacional de Gernika denomina a la villa “puerto”. Por otro lado, a lo largo de la historia se han realizado pequeñas extracciones de arena en la zona del estuario inferior con el objetivo de proporcionar sedimento para la construcción e infraestructuras o para realizar enmiendas de terrenos agrícolas. Así es posible observar que la desecación de marismas ha restringido la superficie estuarina original en un 58%, mientras que los vertidos de dragado o la construcción del ferrocarril han afectado alrededor de un 5%. Otras actividades han mostrado porcentajes menores respecto al área ocupada. Centrándonos en el estuario inferior, los vertidos de dragado representan una actividad antrópica importante que ha restringido la superficie estuarina intermareal original en un 9,28%. Asimismo, las desecaciones de marismas en este ámbito computan un 28,10% si bien desde su abandono en los años 1950 se ha recuperado de manera natural un 17,50% del área total del estuario inferior. Secundariamente, otras intervenciones como concesiones del dominio público, el aislamiento de zonas por el ferrocarril y el relleno de la marisma de Arketa, en conjunto, computan una superficie equivalente al 3,32% del estuario inferior. Rivas (1991) realizó un estudio similar en varias zonas litorales del Cantábrico oriental incluyendo el estuario del Oka. Evolución holocena del estuario y el litoral. En este estuario ha sido posible establecer la evolución del relleno sedimentario holoceno del estuario inferior del Oka (Cearreta y Monge-Ganuzas, 2013) que comenzó hace más de 8.500 años cal BP cuando el nivel del mar se encontraba 42,8 m por debajo de su nivel actual en la vertical de la playa de Laida. Entonces se estaba desarrollando un valle fluvial que posteriormente fue inundado por el ascenso del nivel marino, generó un estuario y dio lugar a una secuencia transgresiva que se instaló sobre los depósitos fluviales previos. Esta secuencia transgresiva caracterizada por una sucesión de ambientes de carácter progresivamente más marino hacia techo (llanura intermareal fangosa-canal mareal restringido-canal mareal conectado con el mar abierto) llegó a alcanzar la cota –3,7 m en la zona central del estuario inferior y se desarrolló, al menos, hasta hace 3.000 años. Posteriormente, debido a una ralentización del ascenso marino y a un posible aumento de los aportes fluviales, asumiendo que los procesos isostáticos y neotectónicos no fueran especialmente significativos, se desarrolló un cortejo sedimentario de nivel del mar alto que permitió el desarrollo de ambientes de marisma en los márgenes del estuario inferior y, asimismo, en el estuario superior a partir de los 4.580-4.410 años cal BP mientras el nivel del mar se encontraba todavía en ascenso. El modelo corrobora las conclusiones enunciadas previamente para el relleno holoceno del estuario superior del Oka (Solar, 2007) y, asimismo, los resultados obtenidos en otros estuarios próximos (Gironde, Bidasoa, Nerbioi-Ibaizabal y Santoña, entre otros). Igualmente, se ha aportado información paleoambiental que permite contextualizar el medio natural estuarino en Urdaibai sobre el cual el ser humano ha ido desarrollando sus actividades desde hace 10.000 años cal BP hasta la actualidad. Se ha observado que sondeos realizados en zonas restringidas presentan un registro más homogéneo y constante en el tiempo que los realizados en el centro del estuario o en su parte más externa. Estos últimos, sin embargo, proporcionan datos de interés en relación con los materiales provenientes del mar abierto e informan acerca de la capacidad de retrabajamiento de los materiales tanto por las corrientes mareales como por el oleaje. Evolución reciente (1950-actualidad). De los datos aportados por Monge-Ganuzas et al. (2008) se observa que la extensión y morfología de la zona supramareal de la desembocadura (playa de Laida), en ausencia de vegetación, ha sido variable. Durante el período 1957-1995 la morfología y extensión de esta zona ha estado condicionada por el trasvase energético entre el sedimento disponible para ser transportado y los agentes tractivos naturales incidentes: el oleaje y la onda de marea, principalmente, y la acción eólica secundariamente. Así, se ha observado que la formación y desarrollo de esta zona supramareal es debida a la progradación en el sentido NE-SW de barras de swash que paulatinamente se van amalgamando en el margen oeste. Por lo tanto, en atención a su morfología y carácter progradante, así como a su génesis relacionada principalmente con la rotura del oleaje, esta zona supramareal puede ser considerada como una flecha litoral. En épocas de oleaje intenso, los márgenes norte y oeste de esta flecha litoral son erosionados siendo transportado el sedimento a través de la bocana hacia el interior del estuario. Este proceso da lugar a que la parte más distal (al oeste) de esta acumulación, en ocasiones, se presente como una lengua arenosa situada al este de la bocana que prograda generalmente en el sentido sur-suroeste. Condicionado por este proceso de transporte sedimentario, el meandro del canal de reflujo que se sitúa al sur de esta zona arenosa supramareal se ve obligado a acomodarse a la morfología existente, de manera que a lo largo del periodo de estudio ha presentado una curvatura variable dependiendo de que la parte distal de la flecha se situará más o menos al sur y/o presentara una morfología más o menos elongada. En ocasiones puntuales, cuando la descarga fluvial es importante o en épocas de mareas vivas equinocciales (marzo y septiembre), se produce la erosión del margen sur de la playa de Laida y se erosiona la parte más distal de la flecha, siendo depositado este sedimento en el lecho del canal y más hacia el oeste de la zona erosionada. De esta manera, el trazado del canal de reflujo discurre más rectilíneo en la dirección este-oeste. Dinámica sedimentaria actual en el estuario del Oka. A partir de los datos aportados por Monge-Ganuzas et al (2012, 2014) y Al-Ragum et al (2014), se observa que el equilibrio sedimentario del estuario se encuentra condicionado por un continuo movimiento de arena entre sus diferentes elementos constitutivos. El carácter variable de los diferentes parámetros que controlan este modelo de funcionamiento da lugar a una gran variabilidad morfodinámica en el estuario haciendo que aunque, en general, éste presente siempre los mismos elementos constitutivos, en detalle, sea muy variable a diferentes escalas temporales desde diaria a estacional, anual o plurianual, siempre dentro de un equilibrio dinámico y en ausencia de intervenciones antrópicas. La zona de la desembocadura está dominada principalmente por el oleaje que presenta una variación estacional de su altura significante y periodo (verano: mayo-agosto/invierno: septiembre-abril) y, secundariamente, por la oscilación de la onda de marea (mesomareal: 2-4 m) que varía a lo largo del año presentando sus valores máximos en marzo y septiembre. Durante las condiciones estivales, en la zona intermareal norte frente a la playa de Laida se produce la formación y el paulatino desplazamiento hacia el suroeste de varias (normalmente dos, a veces, incluso tres) barras arenosas formadas por procesos de swash y surf generados por la rotura de un oleaje (tipo sea) con periodos cortos (6-8 s) y alturas moderadas (0,5-1,5 m) que transporta el sedimento desde la zona noreste de la bahía hacia la playa de Laida y la bocana del estuario. De este modo, se crea un perfil de playa típico de la estación estival caracterizado por crestas y surcos (ridge and runnell) en la zona intermareal y un escalón en el límite entre las zonas inter y supramareal de la playa. Durante las condiciones invernales, con la llegada de oleaje de gran intensidad (tipo swell) con periodos largos (12-16 s) y altura considerable (1,5-4 m), la zona frontal del delta de reflujo y el límite sub-intermareal son erosionados, y el sedimento ahí erosionado es transportado hacia el este y depositado en la bahía exterior. Las barras formadas en la zona intermareal de la playa de Laida durante el verano son sustituidas por fondos planos y el sedimento es transportado hacia la bocana donde una parte se introduce dentro del estuario y el resto es transportado por la acción de las corrientes mareales, de nuevo, hacia el delta de reflujo. Además, se hacen más pronunciadas las pendientes entre las zonas sub-intermareal e inter-supramareal (berma) de la playa dando lugar a rupturas de pendiente típicas del perfil de invierno. De esta manera, se puede concluir que en la zona exterior del estuario existe un movimiento de sedimento en el sentido de las agujas del reloj a lo largo del año. Esta dinámica provoca una acumulación de sedimento de carácter supramareal en la parte este de la bahía (la playa de Laida) cuyo límite es paralelo a la línea marcada por las crestas de los trenes de oleaje. La playa va a modificar su morfología dependiendo, de nuevo, de la intensidad del oleaje incidente a lo largo del año presentando cambios en su perfil longitudinal desde un perfil abrupto (verano) hasta un perfil con una progresiva ruptura de pendiente (invierno). Esta zona supramareal presentaba al menos hasta los años 1950s un ambiente dunar más o menos desarrollado que desapareció durante las siguientes décadas. El proyecto de regeneración dunar en la playa de Laida comenzó en 1999 y propició la instauración de un sistema dunar en la playa de Laida que a lo largo del período de estudio y para toda el área supramareal se ha cuantificado en 44.000 m3 de arena en una superficie de 82.000 m2. La altura media que el sistema dunar ha alcanzado durante el período regenerativo ha sido de 1,50 m con máximos de 2,50 m. Las acumulaciones de arena han sido generadas por las actuaciones restauradoras y la acción eólica. Alrededor de la actuación regenerativa se ha detectado una erosión intensa en las zonas sur y oeste-noroeste y una acumulación sedimentaria en la zona intermareal norte. El nivel del mar antropoceno y la regeneración de marismas. El estudio de las marismas naturales y regeneradas aporta información clave sobre las tendencias pasadas, presentes y futuras de la evolución costera, particularmente bajo el escenario climático actual de calentamiento global y ascenso acelerado del nivel marino. El rápido proceso de regeneración ambiental (menos de 10 años) observado en marismas del estuario del Oka es de gran interés a la hora de establecer posibles medidas de adaptación frente al ascenso marino en curso, que ha sido cuantificado en 2,0 mm/año durante el siglo XX en esta zona litoral. A partir de la combinación de las tasas de ascenso marino calculadas mediante la función de transferencia y las velocidades de regeneración ambiental en marismas previamente ocupadas, es posible realizar predicciones sobre la futura evolución costera de esta zona litoral de cara a su adecuada gestión ambiental (García-Artola et al., 2011, 2014).
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