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Formulario para apadrinar un Lugar de Interés Geológico

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CA108 - Garganta del Cares Ver descripción LIG)

El desfiladero del Cares se sitúa entre los macizos Central y Occidental de los Picos de Europa, entre la localidad leonesa de Caín de Valdeón y la asturiana de Poncebos. Se trata de un fabuloso ejemplo de garganta fluvial de grandes dimensiones incidida por el río Cares en las calizas que constituyen los macizos de los Picos de Europa. Como norma general, todos los ríos que discurren entre los macizos calcáreos de este territorio (Sella, Dobra, Cares, Duje y Deva) vencen un desnivel muy acusado en muy pocos kilómetros, lo que les confiere capacidad para ejercer una poderosa erosión remontante. Por ello, en muchos casos, los nacimientos de estos ríos no se sitúan en las cotas más elevadas de los macizos, sino aguas arriba de estos, en posiciones más meridionales (en el caso del Cares, su nacimiento se localiza en el puerto de la Frañana, muy próximo al de Panderrueda). El Cares se trata de un ejemplo muy ilustrativo de río de alta montaña, con una dinámica estrechamente ligada a las condiciones meteorológicas; de hecho, su caudal fluctúa a lo largo del año, resultando muy frecuentes las riadas en primavera, cuando coincide la época de lluvias con el deshielo. En estos periodos su capacidad de carga aumenta considerablemente, como atestiguan los cantos de grandes dimensiones embebidos en los depósitos fluviales que pueden observarse aguas arriba de Caín de Valdeón, donde la angostura del valle no está tan marcada. Además, en estos sedimentos pueden reconocerse estructuras sedimentarias (estratificación cruzada) que denotan la variación del caudal a lo largo del tiempo y, por tanto, de la capacidad de carga del río. Aguas abajo de Caín se abre la garganta propiamente dicha, generada por el encajamiento del río Cares. Puede reconocerse con facilidad que los dos tercios superiores de la garganta poseen un perfil en V mucho más abierta que el tercio inferior. La parte superior corresponde al paleovalle formado de forma simultánea a la elevación de los bloques cantábricos, mientras que la inferior, con unas paredes prácticamente verticales, corresponde a la fase de encajamiento del río. La fuerte pendiente de las paredes del desfiladero favorece los procesos gravitacionales; de hecho, los canchales y los conos de derrubios resultan habituales en algunos parajes adyacentes a la garganta. Además, la propia apertura de la garganta provoca descompresiones que favorecen la caída de grandes bloques, los cuales acaban alcanzando el lecho del río, por donde son evacuados. Por último, cabe destacar que, por la naturaleza carbonatada de las rocas que constituyen las paredes del desfiladero, los procesos kársticos también han jugado un papel muy importante en su formación. A lo largo de la garganta se suceden numerosas manifestaciones de procesos kársticos, tanto de disolución (abundan las cavidades, muchas de las cuales funcionan como surgencias, bien de forma constante o bien de forma estacional) como de depósito. A este respecto destacan los travertinos que se desarrollan en las paredes rezumantes de la garganta y que pueden llegar a adquirir una gran extensión.
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