MAGNA 3.0-E. 1:50.000. ALCANTARILLA (933)

80 en cuanto a la edad, los diferentes autores que han estudiado los sistemas de abanicos en la región de Murcia (HARVEY, 1987; SILVA et al., 1992 a y 1992 b; SILVA, 1994; SOMOZA 1980 y SOMOZA et al, 1989) acuerdan que se formaron durante el Pleistoceno medio, pero que se prolongaron hasta el Pleistoceno superior. La tercera generación significa un importante cambio en la dinámica morfosedimentaria. En la mayoría de los casos se encuentran encajados en los abanicos de las dos generaciones ante- riores, constituyendo una fase deposicional post-tectónica que registra un número variable de episodios deposicionales. Estos depósitos son de tipo “sheetflood” y poseen poca potencia, no llegando a superar nunca los 1’5-2 m. Las facies son variadas, destacando delgado niveles laminares, gravas imbricadas y facies de arenas y arcillas dominantes en los últimos niveles de- posicionales. A este grupo pertenecen los grandes abanicos que se forman en la confluencia de los ríos Segura y Guadalentín y que lateralmente pueden pasar a depósitos fluviolacustres. Por otra parte no de observa desarrollo edáfico significativo y las cementaciones tampoco son apreciables. A estos, por su posición, con relación a los abanicos precedentes, se les ha asignado una edad Pleistoceno superior. Finalmente existen una serie de abanicos originados con posterioridad a la tercera genera- ción. Como ya se ha señalado más arriba son muy planos y se encuentran individualizados o con un dispositivo coalescente. Por lo general no están encostrados, pero en sus depósitos son numerosos los fragmentos de calcretas, seguramente heredados de abanicos anteriores. Se les ha asignado una edad relativa Pleistoceno superior-Holoceno. En cuanto a las terrazas, cabe diferenciar dos tipos de diferentes características: las del río Segura y las del río Guadalentín. Las primeras, descritas también en la contigua hoja de Mula, están constituidas por un conjunto de gravas, cantos y bloques con una matriz arenosa y con ligeras cementaciones. Sus depósitos se corresponden con los antiguos fondos de valle de ca- rácter torrencial, por lo que ofrecen cierta similitud con los fondos de valle actuales. La litología de los cantos es mayoritariamente de naturaleza calcárea, aunque existen también algunos de origen metamórfico, pero más escasos. Sus facies, típicamente fluviales, están constituidas por barras, rellenos de canal, cicatrices erosivas e imbricación de cantos. También existen depósitos más finos, de arenas y limos con laminaciones paralelas y cruzadas. La potencia es muy variable con espesores máximos de 6m, salvo en algunos puntos donde, debido a la tectónica reciente, se han producido acumulaciones anómalas a favor de los labios de falla hundidos, alcanzando espesores superiores a los 10 m. En este sentido hay que añadir también que, localmente, en algunas de las terrazas, se pueden observar deformaciones, fracturas y fallas de pequeñas di- mensiones. Todos estos hechos nos informan de una tectónica activa de carácter reciente que condiciona la disposición y características de estos depósitos. La edad del nivel más antiguo es Pleistoceno superior- Holoceno antiguo y la más reciente, Holoceno. Las terrazas del Guadalentín ofrecen otras características por su posición y porque su desa- rrollo es muy limitado. Se han cartografiados dos niveles a +10-11 m y a +6-8 m. SILVA et al (1996) reconocen en total cuatro niveles a +10-11 m, +6-8 m, +4-6 m y +1-2 m. sobre el lecho actual de las ramblas, en la contigua hoja de Totana. En la hoja de Alcantarilla, estos ni- veles no son siempre visibles, sobre todo el de +4-6 m, y sobre todo no son cartografiables. El

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