MAGNA 3.0-E. 1:50.000. ALCANTARILLA (933)

78 zonas apicales a las distales, donde son fuertemente incididos, a pesar de no ser muy anti- guos, por arroyos y barrancos que dejan al descubierto sus depósitos en paredes verticales. A continuación, y por debajo del glacis de techo de piedemonte, se reconocen varios niveles de glacis de cobertera a diferentes alturas que se han agrupado en un solo conjunto. Son glacis asociados a un depósito de potencia variable y que, partiendo de un nivel anterior o de relieves menores, se dirigen hacia valles secundarios. Algunos son de gran tamaño como los originados en el borde septentrional y que se dirigen a la rambla Salada y otros son de dimensiones menores como los situados al norte de la Sierra de La Muela, en el denominado Desierto de Gebas. En ambos casos están muy incididos por la red de arroyos y barrancos de alta densidad y que, en el caso de los glacis del Desierto de Gebas, han quedado reducidos a pequeños afloramientos situados a techo de los materiales terciarios, menos competentes y colgados a más de 15 o 20 m sobre las ramblas adyacentes. La morfología de la superficie es plana o algo cóncava y tiene escasa pendiente. En cuanto a la potencia y litología de los mismos, también son muy variables, con una disminución de espesor y textura hacia las zonas más alejadas de los relieves. Finalmente existe un tercer conjunto de glacis, situado en el valle del Guadalentín, en las partes distales de los abanicos aluviales que pasan lateralmente a abanicos muy recientes o a los fondos endorreicos existentes en el valle. Son de morfología muy plana, poco potentes, y sus sedimentos están formados mayoritariamente por finos. 3.2.2.6. Formas antrópicas La alteración llevada a cabo por el hombre en este sector es muy acusada debido a la intensa actividad agrícola que ha llevado a la construcción de balsas de riego, así como a la creación de numerosos aterrazamientos artificiales, pero estas modificaciones artificiales se han ob- viado en la cartografía, dada su escala. Por el contrario, sí se han señalado algunas canteras existentes en la Sierra de Carrascoy, aunque ninguna de ellas es de gran tamaño. 3.3. FORMACIONES SUPERFICIALES En este apartado se consideran todas aquellas formas que llevan un depósito asociado, ya sea o no consolidado, pero relacionado con la evolución geomorfológica del relieve actual. Las formaciones superficiales presentan como característica principal su cartografiabilidad a la es- cala de trabajo y se definen por su geometría, textura, litología, potencia, tamaño y, siempre que sea posible, por su cronología. Como algunos de estos aspectos ya han sido considerados en el apartado anterior, se dedicará aquí atención especial a todos aquellos aspectos que no hayan sido tratados como litología, textura, potencia y edad. Las formaciones superficiales de ladera están representadas por coluviones y deslizamientos. Los primeros se desarrollan al pie de algunas vertientes, en el fondo de los valles o en zonas inter-abanico. Están constituidos por materiales muy heterogéneos cuya litología varía con- forme a las rocas de las que se alimentan, pero en general se trata de cantos y bloques de muy diverso tamaño, dentro de una matriz arcillo-limosa, poco consolidada y en la que resulta

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