MAGNA 3.0-E. 1:50.000. ALCANTARILLA (933)

76 lución de continuidad, hacia los abanicos más recientes. Por lo general, estos depósitos no están edafizados y su superficie ha sido ampliamente modificada por las labores de la huerta. Al ser depósitos menos disectados por la erosión reciente, es muy difícil ver sus relaciones con los abanicos de otras generaciones. En este caso, también aparecen al norte de la Sierra de Carrascoy con una gran extensión superficial y con un perfecto desarrollo de sus formas individuales. Las dos últimas generaciones correspondes a abanicos de morfología muy plana y ligeramen- te encajados en los anteriores o bien superpuestos. Son, por lo general, formas de menor tamaño, en las que resulta muy difícil la observación de sus depósitos. Resumiendo, los caracteres del conjunto que forman los abanicos aluviales de la depresión del Guadalentín, cabe decir que los más antiguos tienen mayor pendiente y mayores buzamien- tos que los más modernos que, por el contrario, son muy planos y prácticamente horizonta- les. La proximidad de las cabeceras en los más antiguos, hace frecuente el solape lateral de unas formas con otras, formando una masa homogénea que muchas veces sólo es discernible gracias a la fotografía aérea. Por el contrario, los más recientes presentan sus formas indivi- dualizadas en la horizontal, aunque debido a que son más planos, ofrecen mayor dificultad a la hora de estudiar sus depósitos en la vertical. Los depósitos de fondo de valle presentan formas alargadas, rectilíneas o serpenteantes, con orientaciones que se acomodan a las principales directrices estructurales de la región. Tienen, en la mayor parte de la superficie de la hoja, carácter de rambla por lo que se han considerado en un solo grupo dentro de la cartografía. Casi todos ellos tienen una dinámica torrencial y son po- tencialmente activos, con frecuentes procesos de avenidas o riadas (CONESA GARCÍA, 1995). Los depósitos aluvial-coluviales son muy escasos y se localizan en el borde septentrional de la hoja, ya sea en áreas de relieve suave o sobre alguno de los grandes piedemontes cuater- narios. Se trata de depósitos originados en el fondo de valles o vaguadas donde los aportes fluviales y los de ladera son difíciles de separar y por ello se consideran de forma conjunta. La morfología de su perfil trasversal es un “U” o en artesa y apenas ofrecen encajamiento. Las terrazas, también escasas, sólo se localizan en los ríos Segura, Guadalentín y un pequeño nivel en la rambla Salada. El río Segura discurre por la esquina noreste de la hoja, con una morfología de ondulada a meandriforme. Procedente de la Sierra de Ricote, en la contigua hoja de Mula, por el norte, ofrece una serie de aterrazamientos, hasta un numero de siete. Como ya es sabido, las terrazas corresponden a antiguos fondos de valle de los ríos que en su proceso de encajamiento han quedado colgados a diferentes cotas, dando plataformas escalonadas en las márgenes. En el caso del río Segura, estas plataformas de tamaño variable y superficie muy plana se encuentran a las siguientes alturas en la contigua hoja de Mula: + 80 m, + 50-60 m, +40-45 m, +35-40 m, + 30 m, +20-25 m y + 5-7 m. Sólo los dos últimos niveles aparecen en la hoja de Alcantarilla con alturas de +15-20 m y +5-7 m. La disposición morfológica de los niveles de terraza, en este río, hace suponer una actividad tectónica re- ciente que ha influido en la distribución asimétrica del valle, unas veces con más niveles en la margen izquierda y otras en la derecha.

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