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75 cuya densidad es muy elevada en las áreas serranas (Sierra Espuña y sierra de Carrascoy) pese a la competencia de los materiales. Estos mismos procesos son los que originan aristas e interfluvios, que al igual que los escarpes y crestas, presentan un marcado control estructural. Estas formas también aparecen en las zonas de relieve más suave, ocupadas por sedimentos terciarios. Tal es el caso del sector centro-septentrional, o el de la franja situada al norte de la Falla de Lorca-Totana, donde además se desarrollan verdaderas cárcavas, con sus correspon- dientes cabeceras, muy marcadas y con una densidad acusada por producirse en materiales fácilmente excavables. Un magnífico ejemplo lo se encuentra en los alrededores de la locali- dad de Gebas, uno de los paisajes erosivos más espléndidos del sureste español. También de carácter erosivo y desarrollados sobre sedimentos blandos se reconocen señales debidas a los procesos de arroyada difusa. Por otra parte, en los ríos y arroyos de carácter meandriforme, se produce erosión lateral de los cauces en las márgenes cóncavas como pue- de observarse en la rambla de Algeciras o en la rambla Salada. Las formas fluviales de carácter sedimentario están representadas por abanicos aluviales pla- nos, conos de deyección con pendiente acusada, terrazas, fondos de valle y rambla, aluvia- les-coluviales y meandros abandonados. Los sistemas de abanicos aluviales pertenecientes a la Depresión del Gaudalentín han sido estudiados por SILVA et al (1992 a y b, 2003 a) y por SILVA (1994), siendo considerados como sistemas marginales sin y post-tectónicos que establecen su relación con los sistemas mon- tañosos por medio de la gran falla de Lorca-Alhama, de movimiento sinestral. Existen varias generaciones de abanicos - aquí se han diferenciado hasta cinco - con diferentes dispositivos morfológicos, numerosas discordancias, y cicatrices erosivas internas que limitan las diferen- tes secuencias estudiadas por los anteriores autores. La primera generación de abanicos de abanicos que conserva expresión morfológica, se sitúa en discordancia angular sobre los de- pósitos subyacentes. Esta generación se supone formada en una fase sintectónica, aunque ya relacionada con las ramblas actuales. Los abanicos están íntimamente relacionados con la Falla de Lorca-Alhama, dejándola al descubierto en algunos sectores y siendo cubierta, en otros, por sus depósitos apicales. Tienen buzamientos altos en puntos próximos al relieve que disminuyen hacia el centro del valle. La segunda generación de abanicos aparece en discordancia progresiva sobre la anterior y según SILVA et al. (1992 a y b) y SILVA (1994), el paso entre una y otra viene marcado por una importante discordancia angular sintectónica que se puede observar en zonas proximales, gracias a los procesos de incisión que tienen lugar en muchas de las ramblas que descienden al actual Guadalentín. Para SILVA (1994), estos abanicos marcan una disminución de la activi- dad tectónica principal desarrollada a lo largo de este Corredor. Al igual que en loa abanicos de la primera generación, estos depósitos disminuyen su buzamiento desde las zonas apicales a las distales. La tercera generación o “tercera fase deposicional”, para SILVA (1994), supone un cambio importante en la dinámica morfosedimentaria. Los abanicos tienen menor pendiente y se encajan en las fases anteriores. Se trata de una fase postectónica que se prolonga, sin so-
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