MAGNA 3.0-E. 1:50.000. ALCANTARILLA (933)

73 más altas de las Sierras de Carrascoy y Espuña porque el resto, que ocupa los sectores cen- tro-septentrional y centro-oriental están recubiertos de sedimentos terciarios. Por otra parte, y atravesando la hoja de suroeste a noreste, a modo de banda y cortándolo todo está el Corredor o Valle del Guadalentín, relleno por materiales de edad cuaternaria, constituidos en su mayoría por abanicos aluviales. Este valle ofrece una morfología muy llana en comparación con las sierras que lo limitan. SILVA et al (1996) señalan que puede consi- derarse como una cuenca de drenaje de carácter intraorogénico donde se reconocen zonas de diferente comportamiento morfo-sedimentario: las zonas erosivas, constituidas por los relieves marginales y la sedimentaria, formada por la propia depresión del Guadalentín. Entre las áreas montañosas y la depresión existe una relación controlada por fallas, destacando la Falla de Alhama- Murcia, al norte de la depresión. Así, el factor determinante en la evolución reciente de la red de drenaje, ha sido la actividad tectónica de estas fallas relacionadas con los frentes montañosos. Los grandes relieves como las Sierras de Carrascoy y Espuña, al haber sufrido una morfogé- nesis erosiva de gran intensidad (incisión vertical, arroyada, disolución cárstica, etc), dejan al descubierto algunos ejemplos de modelado estructural, condicionado principalmente por las directrices tectónicas del orógeno bético. Así, sobre los materiales de naturaleza más resistente se desarrollan grandes escarpes estructurales, a veces de gran salto, además de crestas, líneas de capa dura, resaltes de capas verticales y subverticales y cerros cónicos. También se observan algunas superficies estructurales en la esquina noroeste de la hoja, pero de reducido tamaño, pues la intensa fracturación y los buzamientos elevados, no permiten el desarrollo de grandes superficies. En general, los escarpes y las formas longi- tudinales siguen una dirección OSO-ENE, concordante con las principales directrices de la tectónica regional. Algunas de las formas descritas aparecen también sobre los sedimentos terciarios de la Sierra del Cura, al norte de la Falla de Lorca-Alhama o Alhama-Murcia, como son los resaltes de capas duras y las crestas, pero con menor tamaño. Respecto a la edad del modelado de estos relieves, debe suponerse que comprende desde las fases álgidas de la estructuración de Orógeno Bético hasta los tiempos actuales en los que prosigue la exhumación del modelado estructural resultante. Finalmente se han tenido en cuenta todas aquellas fallas que afectan a los terrenos cua- ternarios o que tienen expresión en la morfología local. Los mejores ejemplos se sitúan a lo largo del trazado de la falla de Lorca-Alhama, de dirección SO-NE y límite entre Sierra Espuña y el valle del Guadalentín, afectando a algunos de los abanicos aluviales cua- ternarios de la margen izquierda de dicho valle. En la margen derecha, también existen una serie de fallas en su relación con el frente de la Sierra de Carrascoy. En todas ellas y cuando ha sido posible, se ha representado la dirección del movimiento de los bloques. También en la Sierra de La Muela, existen una serie de fallas, casi de dirección N-S, que se han representado porque modifican la disposición de los escarpes rocosos, desplazán- dolos en forma de teclado.

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