MAGNA 3.0-E. 1:50.000. MOLINA DE SEGURA (912)

43 I) Los surcos sobre desgarre . Se trata de cuencas subsidentes cuyo ancho inicial era siempre reducido (alrededor de 5 kms), según el trazado de los principales desgarres (algunas decenas de kms de largo), cuales quieran que sean las orientaciónes y el sentido de desplazamiento de estos últimos (Fig. 3). Su perfil tranverso es fuertemente asimétrico: la parte cercana del accidente, donde el relleno sedimentario es más espeso, ha experimentado, una estructuración vigorosa y contemporánea de los depósitos. Ésta se traduce, bien sea por dispositivos en “flower structure” característicos de deformación en transpresión, o bien, por un pliegue sinclinal, acompañado a menudo por juegos de fallas inversas, cuando domina la deformación por compresión. Los dos tipos de deformación pueden coexistir en una misma cuenca, en función de las respectivas orientaciones de los diversos segmentos de accidentes que controlan su desarrollo, así como de la variación de la dirección de acortamiento regional. En el interior hay estructuras de mediana dimensión (métrica a decamétrica): pliegues de arrastre con eje subvertical, fallas inversas, fracturas de desgarre conjugadas, indican una deformación com- presiva. Las discordancias observables en el interior del relleno sedimentario, sellan estas estructuras de escalas variadas, estableciendo con claridad su origen precoz. La verticalización de los depósitos, todavía no litificados, provoca su desestabilización y su resedimentación bajo la forma de derrames gravitatorios de amplitud variable (“debris flow” y “mud flow”, deslizamientos en masa de mate- riales turbiditicos más o menos desmembrados, despegues de bloques carbonatados, etc.). La amplitud de los movimientos horizontales, una veintena de kilométros desde el final del Tor- toniense a lo largo de los desgarres del corredor de cizalla: quince kilómetros sobre el accidente del Guadalentín (SILVA P., 1994), 75 a 100 Km en el de Crevillente-Alicante (NIETO Y REY, 2003) ocasiona que la configuración del marco paleogeográfico neógeno se haya encontrado constan- temente modificada. En numerosos lugares, cuerpos detríticos importantes, así como los macizos que los han alimentado, se encuentran actualmente ampliamente desconectados por el efecto de los juegos de estos desgarres. Conglomerado de la Aguadera en la cuenca del Hinojar (Totana). La formación de los pliegues en échelon de escala kilométrica, acompaña al juego de los desgarres mayores y, en consecuencia, al poder realizarse durante la sedimentación, han fa- vorecido el desarrollo de depósitos carbonatados, a veces arrecifales, sobre el emplazamiento de los abombamientos anticlinales. II) Los grabens . Su geometría suele ser poligonal cuadragular y no presentan depocentros con subsidencia notable. Estas cuencas se sitúan en los sectores en extensión de fallas de desgarre seudo-conjugadas (Mazarrón: LAROUZIÈRE et al ., 1987) o sobre los relés conformes de desga- rres, donde realizan dispositivos del tipo “rhomb-grabens” (Cuenca de Lorca). Sus bordes, poco deformados, muestran una estructuración en graderio, separado por fallas normales. La coexistencia en el interior de la banda de desgarre de áreas deformadas en compresión y en ex- tensión, es un aspecto característico de dichos sistemas tectónicos, ya observados en otras partes. Esta coexistencia se traduce por la evolución simultánea de cuencas sedimentarias dependientes de uno o de otro tipo de la deformación: de “surcos sobre desgarre” y de los grabens. Las cuen- cas relacionadas con esta última categoría son bien conocidas: se trata de “rhomb-grabens” o “pull apart”, considerados, a menudo, como el arquetipo de la cuenca en régimen transcurrente.

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