MAGNA 3.0-E. 1:50.000. MOLINA DE SEGURA (912)

102 los dominios Prebético, donde persiste el régimen de plataforma carbonatada, y Subbético, más profundo, en el que la sedimentación se hace claramente pelágica. Este hecho se rela- ciona con un nuevo episodio de apertura del Atlántico y la subsiguiente formación de una banda de fondo oceánico entre las placas europea y africana; los basaltos doleríticos de la Fm Zegrí (unidad 15) son ilustrativos a este respecto. El tercer evento, también generalizado y que tuvo lugar al final de Dogger (152 Ma), se define como una etapa de expansión con subsidencia del margen continental: fue responsable de la fragmentación de la plataforma carbonatada prebética y de la individualización de surcos y umbrales en la cuenca subbética; surcos y umbrales que permanecieron bastante estables durante el Malm. Durante el Jurásico Superior y el Cretácico Inferior el rifting continental afectó progresiva- mente a las partes mas externas del margen, alcanzando su fase álgida entre el Oxfordiense superior y el Valanginiense (150-125 Ma); el resultado fue la acentuación de la subsidencia y la formación de dominios sedimentarios, limitados por fracturas distensivas y alargados en dirección NO-SE, que condicionan la sedimentación desde el Jurásico terminal hasta el Oligoceno: de ambientes poco profundos (depósitos continentales y carbonatos de plata- forma) en el NO a ambientes cada vez más profundos hacia el SE, hasta facies de talud. En los distintos modelos de evolución de márgenes pasivos que se han propuesto se admite una cierta contemporaneidad entre el final del rifting, el inicio de la subsidencia térmica del margen y la aparición de la primera corteza oceánica; en el caso del margen continental de las Codilleras Béticas los tres eventos ocurrieron en el tránsito Dogger-Malm. Y si bien no hay argumentos directos –afloramientos de la supuesta corteza oceánica, que deberían estar entre las Z.I.B. y las Z.E.B.– a favor del modelo propuesto, sí los hay indirectos: la discontinui- dad Bathoniense superior–Calloviense, que afecta a toda la Zona Subbetica, y la presencia sincrónica de depósitos condensados de hemipelagitas en el ámbito del Prebético y de diques neptúnicos en los materiales previos a aquella discontinuidad. La génesis de estos diques neptúnicos ha sido relacionada (VERA et al , 1984) con la existencia de fracturas con salto en dirección, afines a fallas transformantes. Considerando que todos estos procesos sedimentarios están registrados y documentados en otros dominio alpinos ya citados –como es el caso del Ligur (Alpes y Apeninos), donde sí hay evidencias directas de un primer fondo oceánico que se desarrolló en sincronía con los eventos descritos– se puede pensar que la fase de deriva debió iniciarse hacia el límite Dogger-Malm, época del Jurásico en la que fue dominante la subsidencia térmica, en contraste con el carácter eminentemente tectónico de los primeros estadios de la subsidencia. Fue durante el Malm cuando culminó la diferenciación de surcos y umbrales en la cuenca de las Z.E.B. En el Prebético, adyacente al continente, se depositaron facias de plataforma interna, evolucionando a facies mareales. En el Subbético, el cuadro es más complejo, aunque en líneas generales se puede describir así: en los surcos se acumulan radiolaritas, ritmitas carbonatadas (a veces con silex) y turbiditas calcáreas; en los umbrales se depo-

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