MAGNA 3.0-E. 1:50.000. MOLINA DE SEGURA (912)

101 tinental iniciada en el Lias medio (GARCIA HERNANDEZ 1976, 1986a), y evolucionó a un margen convergente durante el Paleógeno, para deformarse en el Mioceno inferior y medio (MARTÍN ALGARRA, 1987). Sigue, por tanto, una secuencia de acontecimientos análogos a los propuestos por diversos autores para los Alpes y los Apeninos en las cuencas del océano Ligur. Los argumentos en los que se basa la atribución de este margen durante el Mesozoico a un modelo pasivo o atlantico y no a un tipo transformante, se deducen de la distribución de facies litológicas, la reconstrucción palinpástica y la evolución paleogeográfica, comparada con márgenes sin deformación de otros dominios alpinos, considerados a su vez como antiguos márgenes pasivos, por comparación con los margenes actuales sin deformar del Atlantico. El estudio, reciente, de las anomalías oceánicas aporta nuevos datos para la historia del Océano Atlántico, novedades que también son de especial interés a la hora de dilucidar la historia de este margen : la diacronía entre los procesos de apertura del Atlántico Central y del Atlántico Norte –el de éste más tardío que el de aquél– implica que se produjeran movimientos relativos entre África, Iberia y Europa. En la reconstrucción que OLIVET et al. (1982,1984) hacen de estos movimientos se contemplan dos accidentes mayores –uno localizado al norte de África; otro, hacia la posición actual de la cadena pirenaica– que habrían separado Iberia del continente africano y del resto del continente europeo, respec- tivamente. En la evolución tectónica de este margen pueden identificarse todas las fases que definió BOILLOT (1984) en la evolución de los márgenes. La subsidencia se inició en el Triásico Me- dio, inducida por la extensión cortical en los dominios más meridionales (Z.I.B), y condicionó el depósito de las potentes series de sedimentos evaporíticos y siliciclásticos triásicos; pero el primer gran evento sobrevino a comienzos del Jurásico, coincidiendo con la apertura del Atlántico central, y no fue sino una gran transgresión cuyos primeros estadios quedaron registrados en sedimentos marinos del Jurásico temprano en las que se ha denominado “Unidades Intermedias” –intermedias entre las unidades de los Complejos Alpujárride y Maláguide –; el cambio paleogeográfico fue, no obstante, mucho más generalizado y no- table, de forma que el régimen marino quedó instalado en toda el área de las Z.E.B. y en sectores del área de las Z.I.B. (unidades alpujárrides de la Hoja 997 bis; Unidad maláguide del Morrón de Totana, en las Hojas 911, 912 y 933), situación que se mantuvo durante el resto del Mesozoico y el Terciario inferior. Así, ambientes que en el Triásico Superior eran continentales con episodios costeros se convirtieron en ambientes de plataforma carbonatada somera de características similares a la de las Bahamas: depósitos (oolíticos) de barras de alta energía y facies mareales hacia te- cho; esta plataforma, por otra parte, alcanzó dimensiones muy superiores a las de cualquier plataforma carbonatada somera actual: series liásicas del Complejo Maláguide (Z.I.B.) en Sierra Espuña son similares a las coetáneas descritas (NIETO et al ., op. Cit. ) en el Subbético de la sierra de Ricote (Z.E.B). Un segundo e importante suceso ocurrió en el Lías medio (180 Ma): la fragmentación de esa gran plataforma y, como consecuencia, la individualización de

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