MAGNA 3.0-E. 1:50.000. FOZ (009)

1.3. ANTECEDENTES Las primeras referencias de estudios geológicos que incluyen la presente Hoja datan del siglo XIX, comenzando por SCHULZ (1835) que aportó diversas descripciones de rocas y el primer mapa geológico. Las bases de la sucesión estratigráfica para el Cámbrico y el Silúrico se deben a BARROIS (1882), quien señaló que dicha sucesión yacía sobre un terreno primitivo que denomi- nó micaesquistos de Villalba. Estas sucesiones fueron posteriormente corregidas por HERNÁNDEZ SAMPELAYO (1914, 1915, 1922, 1935, 1942), que aportó el hallazgo de nume- rosos yacimientos fosilíferos, ordovícicos y silúricos, principalmente. MACPHERSON (1881, 1886), BARROIS (1882) y MALLADA (1895) aportaron descripciones petrográficas de las rocas gallegas, incluyendo algunos granitos y gneises, mientras CARLE (1945) fue el primero en seña- lar la presencia de grandes pliegues tumbados y un metamorfismo regional coetáneo, así como en proponer la primera clasificación de los granitos de Galicia. En la segunda mitad del siglo XX destacan los precisos trabajos estratigráficos de LOTZE (1956, 1957, 1958), NISSEN (1959), WALTER (1963, 1965, 1966a y b, 1968) y RIEMER (1963, 1966). MATTE (1968a) propuso un esquema interpretativo de la estratigrafía, estructura y paleogeo- grafía de la Zona Asturoccidental-leonesa y parte de Galicia, mientras CAPDEVILA (1969) pre- sentó casi al mismo tiempo sus resultados acerca del metamorfismo y granitos del mismo sec- tor, completando el esquema orogénico del anterior autor. Destacan también los mapas geoló- gicos regionales de Galicia y del Noroeste publicados por PARGA PONDAL en 1963 y 1967 res- pectivamente. La cartografía de la versión anterior de la Hoja de Foz, realizada por MARTÍNEZ ÁLVAREZ et al. (1977), recoge los rasgos estructurales generales, así como descripciones de las rocas sedimentarias e ígneas. Los trabajos de MARCOS (1973), PÉREZ-ESTAÚN (1978), BASTIDA (1980), PULGAR (1980) y MARTÍNEZ CATALÁN (1985) representan estudios detallados de amplios sectores de la Zona Asturoccidental-leonesa que, salvo el segundo, incluyen toda o parte del área que nos ocupa. En ellos se puso de manifiesto la existencia de grandes cabalgamientos posteriores a los plie- gues tumbados y su importancia en la articulación de la tectónica de la región, así como el análi- sis detallado de las estructuras a distintas escalas. Los sucesivos mapas geológicos realizados por el IGME en áreas circundantes, así como recopilaciones geológicas (p.e. GONZÁLEZ LODEIRO et al ., 1981; BASTIDA et al. , 1984), han permitido alcanzar un nivel de comprensión de la región muy alto. Este hecho se pone de manifiesto en la sofisticación creciente de los tra- bajos realizados en la región sobre la estructura (MARTÍNEZ CATALÁN et al ., 2003, 2004a), la evolución metamórfica (MARTÍNEZ et al ., 2004; ARENAS y MARTÍNEZ CATALÁN, 2003), y el magmatismo (GALÁN et al ., 1996; CORRETGÉ et al. , 2004). Estos trabajos describen una gran unidad alóctona, el Manto de Mondoñedo, que cabalgó hacia el este sobre su autóctono relati- vo, siguiendo ambas unidades evoluciones tectonotermales diferentes, acompañadas del desa- rrollo de estructuras extensionales que acomodaron los cambios mecánicos que sufrió la pila tectónica durante la orogenia Varisca. Existen trabajos, en relación a los aspectos geomorfológicos, que por su interés merecen ser mencionados. Entre los trabajos de carácter regional destacan los debidos a BIROT y SOLÉ SABARIS (1934 y 1954), HERNÁNDEZ PACHECO (1957-1967) y NONN (1958 y 1966). En cuan- to a los trabajos centrados en temáticas más concretas, se deben citar los estudios de geomor- fología litoral y fluvial de ASENSIOAMOR (1964-1971). 11

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