MAGNA 3.0-E. 1:50.000. CALASPARRA (890)
76 Plioceno-Cuaternario, mediante la acción de procesos de erosión-acumulación que configuraron un paisaje de sierras estrechas y alargadas “flotando” entre una planicie de geometría irregular. Bajo el dispositivo anterior comenzó el modelado cuaternario propiamente dicho, en una primera etapa mediante el desarrollo de glacis a modo de formas de enlace entre las sierras y la depresión y que constituirían la superficie de “arranque” del encajamiento de la red fluvial en la depresión, iniciado en relación con los ríos principales. El encajamiento de la red principal determinó la formación de glacis y terrazas altas. Posiblemente, la configuración inicial de la red habría sufrido modificaciones debidas a capturas cuando algunos cursos consiguieron atravesar las sierras. La evolución a finales del Pleistoceno se caracterizaría por la lenta evacuación de los materiales, el retroceso de las cabeceras de los tributarios y una débil disección fluvial. El progresivo encajamiento de la red dio lugar a la creación de plataformas escalonadas correspondientes a terrazas, al retroceso de las vertientes, modeladas por glacis, y a la génesis de sistemas de conos de deyección y abanicos aluviales. Esta tendencia ha proseguido durante el Holoceno mediante procesos de acumulación genera- lizados en forma de coluviones, glacis y conos de deyección, configurando en el ámbito de las depresiones un relieve de marcada suavidad, únicamente alterado por la enérgica incisión de la red fluvial. En la llanura aluvial de los ríos más destacados se han desarrollado procesos variados que han contribuido a elaborar los rasgos de detalle del relieve actual. 4.5. MORFOLOGÍA ACTUAL, SUBACTUAL Y TENDENCIAS FUTURAS En contra de lo que resulta la evolución normal del relieve, la característica predominante en la zona no es su progresiva uniformización y suavización, sino la acentuación del contraste entre las sierras más prominentes y los valles, como consecuencia de la resistencia de aquéllas a la meteorización y la facilidad de erosión de éstos, sin olvidar la actividad neotectónica existente, difícilmente cuantificable. Aunque en las sierras los procesos gravitacionales pueden adquirir notable importancia, en el con- junto dominan los de origen fluvial, no sólo por la acción erosiva y sedimentaria producida en el cauce, sino también por los flujos concentrados laterales (barrancos y cárcavas) y por los procesos de lavado de vertientes. Contribuyen además a esta evolución las condiciones climáticas actuales, marcadas por la aridez. Es preciso destacar también las modificaciones locales de esta tendencia natural, producidas por una presión antrópica en aumento, determinada principalmente por un incremento de la tasa de evacuación de materiales a la red de drenaje, una mayor exposición de material suelto y un incre- mento en las tareas de remoción del terreno; estos factores están condicionados por la modifica- ción superficial debida a la extracción de recursos minerales, la creación de relieves positivos por acumulaciones en escombreras o vertederos y las nivelaciones debidas a rellenos. Son destacables las alteraciones del desarrollo de suelos por truncación y las modificaciones de los cauces y del régimen hídrico mediante la construcción de embalses, además del desarrollo de redes lineales ligadas al transporte, cuyo reflejo en la geodinámica superficial, a largo plazo, se desconocen.
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