MAGNA 3.0-E. 1:50.000. CALASPARRA (890)

75 4.3.1.8. Conglomerados, gravas y arcillas con encostramientos carbonatados a techo. Glacis de vertiente (o). Pleistoceno-Holoceno Constituyen una de las formaciones superficiales más características, apareciendo como un ex- tenso manto de conglomerados o gravas de hasta 10 m de espesor, con matriz areno-arcillosa y horizontes lutíticos, a los que debe sus tonos rojizos. Su grado de cementación, de naturaleza carbonatada, es variable. Presenta buenos puntos de observación por todo el cuadrante noro- riental de la Hoja, así como al pie de la sierra del Molino. Debido a la naturaleza del área madre, predominan con mucho los cantos redondeados a subredondeados de composición dolomítica y, en menor proporción, calcárea, que pueden sobrepasar los 20 cm de diámetro. 4.3.1.9. Gravas, lutitas y arenas, ocasionalmente cementadas. Glacis de cobertera (p). Pleistoceno-Holoceno Presentan una calidad de afloramiento muy inferior a la de los glacis del conjunto anterior, así como una mayor heterogeneidad composicional. Así, aunque son frecuentes los niveles de gravas carbonatadas, en algunas zonas predominan las lutitas de tonos rojizos y asalmonados, que pueden incluir cantos y bloques. Su espesor, también muy variable, oscila entre 1 y 5 m. 4.3.1.10. Bloques, cantos, arenas y limos. Escombrera, vertedero (q). Holoceno Se trata de una serie de acumulaciones antrópicas heterogéneas correspondientes a escombre- ras, siendo la más destacada la localizada en el entorno de Las Minas. También se reconocen acu- mulaciones al E del embalse de Argos, relacionadas con la construcción del aliviadero Argos-Quí- par, que alcanzan varios centenares de metros de longitud y una altura de orden decamétrico; están compuestas por un amontonamiento de bloques de materiales triásicos y arenas y lutitas cuaternarias extraídos durante la construcción. 4.4. EVOLUCIÓN DINÁMICA La morfología de la zona está directamente relacionada con los procesos acaecidos a lo largo de la compleja historia de la Cordillera Bética. En cualquier caso, si bien los procesos acontecidos a lo largo del Mesozoico y el Paleógeno dieron lugar a zonas de debilidad preferente y a variaciones de espesor de la cobertera, con su consiguiente diferencia de respuesta ante la deformación, puede considerarse que la morfoestructura básica de la región comenzó a gestarse en el Mioceno. La tectónica alpina de cabalgamientos y desgarres acaecida durante el Mioceno Inf.-Med. tuvo como respuesta la creación de una serie de relieves positivos estrechos y alargados en una dirección que variaría de ENE-OSO a NO-SE. Las áreas deprimidas entre ellos serían objeto de invasiones ma- rinas aún durante el Tortoniense, bajo una configuración de tipo archipiélago, de forma que la sedi- mentación de las depresiones y la erosión de las elevaciones, suavizarían progresivamente el relieve. La distensión acontecida a finales del Mioceno dio lugar a la creación de cuencas intramonta- ñosas, como la de Las Minas, que se rellenaron bajo un régimen continental de tipo lacustre. El final del ciclo sedimentario terciario tuvo lugar en un momento impreciso próximo al límite

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