MAGNA 3.0-E. 1:50.000. CALASPARRA (890)

65 transferencia, se desarrollaron a favor de zonas de debilidad previas, delimitando una serie de cuencas de tipo graben . Su formación obedece probablemente a la elevación antiforme del Prebético como resultado del apilamiento de láminas de cabalgamiento en el Arco de Cazorla y al colapso generalizado del edificio bético (MARTÍN VELÁZQUEZ et al ., 1998). Al mismo tiempo se iniciaría el levantamiento isostático y la extensión en las Zonas Internas, proceso que ha perdurado hasta la actualidad (RODRÍGUEZ PASCUA, 2001) Entre los procesos más relevantes de esta etapa extensional fini-neógena se encuentran los procesos halocinéticos de los materiales de la Facies Keuper, el vulcanismo de carácter ultra- potásico de 5,7 m.a. (BELLON et al ., 1983) y una serie de eventos sísmicos relacionados con dicha actividad volcánica (ELÍZAGA, 1990; RODRÍGUEZ PASCUA, 2001). El diapirismo y el vulcanismo tortonienses parecen tener una íntima relación espacial (BAENA, 1981), situándose sobre los mismos accidentes del zócalo, si bien el vulcanismo actuó tras el cese de la actividad diapírica. Aunque se ha propuesto el Mioceno Medio como periodo más probable para la actividad diapírica (BAENA, 1981), la actividad halocinética se habría manifes- tado posteriormente, al menos en la Hoja, ya que afecta a los depósitos lacustres del Mioceno Superior. Además, durante el Mioceno Superior-Plioceno se produjo la deformación y estruc- turación de dichos depósitos lacustres, predominando las direcciones de pliegues paralelas a las trazas de los desgarres. A lo largo del Cuaternario ha continuado la subsidencia asociada a las fallas normales, con importantes acumulaciones de depósitos y elaboración de facetas triangulares. La existencia de una etapa compresiva continua desde el Mioceno Medio hasta la actualidad y de una situación extensional superpuesta, ha sido descrita en otros puntos del entorno bético, con las deformaciones localizadas en zonas próximas a los principales accidentes de desgarre. No obstante, durante esta etapa y como consecuencia del fin del avance de los cabalgamien- tos en el Arco de Cazorla, se produjo una atenuación del movimiento de las fallas de desgarre (MARTÍN VELÁZQUEZ et al . 1998). Finalmente, entre los procesos neotectónicos hay que destacar, por un lado, la reactivación de algunas de las grandes fallas normales, dando lugar a la creación de grandes depresiones y, por otro, el fuerte encajamiento que sufre la red fluvial actual, en respuesta a un proceso de elevación de la región a partir del Plioceno. Como actividad más reciente es preciso resaltar la fracturación que afecta a los depósitos cuaternarios, así como la actividad sísmica, con locali- zación de numerosos epicentros y puntos de aguas termales en la región y que se encuentran íntimamente ligados a la actividad neotectónica. 3.5. SISMICIDAD La actividad sísmica de la región se encuadra dentro de la del S y SE de la Península Ibérica, actividad que afecta a la práctica totalidad del litoral mediterráneo y es debida a los procesos originados por el movimiento de las placas Europea y Africana. La colisión de ambas ha dado lugar a una zona relativamente ancha de dirección E-O y NE-SO, donde convergen distintos procesos, que son interpretados de manera muy diversa por los distintos autores.

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