MAGNA 3.0-E. 1:50.000. CALASPARRA (890)

64 La falla se soterra bajo los sedimentos cuaternarios y plio-cuaternarios de la depresión de Ca- lasparra, manifestándose con dirección E-O a partir de dicha localidad, estableciendo el límite entre los afloramientos cretácicos del Prebético Externo de las sierras del Molino y de la Palera (bloque septentrional) y los afloramientos triásicos del ámbito subbético (bloque meridional). 3.4. EVOLUCIÓN TECTÓNICA 3.4.1. Jurásico-Mioceno Medio. La estructuración de la Cordillera La orogenia alpina es la responsable de la estructuración de la Cordillera Bética, sin que deba olvidarse el papel desempeñado por las deformaciones previas, como la compartimentación de la cuenca jurásica en zonas de diferente subsidencia, o la extensión del Cretácico Inferior, durante la cual se produjeron las primeras manifestaciones diapíricas de los materiales evapo- ríticos de la Facies Keuper. Los accidentes creados durante el periodo preorogénico actuarían posteriormente como zonas de debilidad preferente frente a la deformación. Los primeros movimientos orogénicos registrados en la Zona Prebética acontecieron en el Pa- leógeno, probablemente en el Eoceno Superior y sin duda alguna durante el Oligoceno. Con ellos se produjo una reconfiguración paleogeográfica, alzándose los primeros relieves, con el consiguiente desmantelamiento parcial de los mismos. A nivel regional, es en el Burdigaliense cuando tuvo lugar la fase de deformación principal, iniciándose el emplazamiento de la Zona Subbética sobre la Prebética. Este momento es con- siderado como la fase paroxismal o “paroxismo burdigaliense”, cuyos esfuerzos apuntan una dirección NO-SE (HERMES, 1985). La estructura del Arco de Cazorla debió estar configurada, al menos parcialmente, en el Lan- ghiense, puesto que condicionó la sedimentación marina durante el Mioceno Medio (CALVO et al ., 1978), lo que implica que la zona de transferencia se formaría en el intervalo Burdi- galiense-Langhiense (MARTÍN VELÁZQUEZ, 1996). Como se ha apuntado anteriormente, la dirección de los desgarres en esa zona presenta dos direcciones: NO-SE y ESE-ONO. El hecho de encontrar desgarres de igual orientación en las Zonas Internas, hace suponer que la falla de Socovos puede ser un accidente heredado (JEREZ, 1973). Las diferentes fases de compresión acaecidas durante el Mioceno Inferior-Medio son las res- ponsables principales de la estructuración actual; a lo largo de ellas se produjeron principal- mente pliegues y cabalgamientos de dirección ENE-OSO. La última fase compresiva importan- te tuvo lugar en el Tortoniense inferior-medio, provocando el cierre del estrecho Nordbético (CALVO et al ., 1978), simultáneamente al último deslizamiento gravitacional del manto sub- bético (JEREZ, 1973; BAENA y JEREZ, 1982). 3.4.2. Mioceno Superior-Cuaternario. La etapa neotectónica Aún en el Mioceno Superior dio comienzo un periodo extensional, con creación de fallas normales de dirección E-O entre los principales desgarres. Dichas fallas, sin relación con las de

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