MAGNA 3.0-E. 1:50.000. CALASPARRA (890)

15 Gibraltar, etc.) han sido tratadas por MARTÍN-ALGARRA (1987), llegando a la conclusión de que únicamente el Complejo del Campo de Gibraltar corresponde a un dominio intermedio entre ambas zonas, asignando las restantes unidades a las zonas anteriormente citadas. El Complejo del Campo de Gibraltar puede considerarse, en cierta medida, como el conjun- to de unidades tectónicas más internas de las Zonas Externas, al estar constituido por terre- nos de cobertera no afectados por metamorfismo. Sin embargo, sus rasgos estratigráficos y paleogeográficos indican su depósito en una cuenca profunda, con características, al menos en parte, de eugeosinclinal en sentido clásico y, por tanto, de un dominio que más tarde constituiría las Zonas Internas. Se extiende casi exclusivamente por el sector occiden- tal de la cordillera. Dentro de la historia de la cordillera, el primer acontecimiento destacado se registra a me- diados del Jurásico Inferior, con importantes procesos de fracturación relacionados con la apertura del Atlántico. Las grandes fallas originadas desempeñaron a partir de entonces un destacado papel: en primera instancia, delimitando diversos dominios sedimentarios duran- te el resto del Mesozoico y, posteriormente, como zonas de debilidad aprovechadas por los esfuerzos tectónicos terciarios. A mediados del Cretácico se produjeron la rotación anti-horaria de la placa Ibérica y el des- plazamiento de la Zona Bética hacia el O, como consecuencia del acercamiento entre las placas Europea y Africana. Dicho desplazamiento se consumó durante el Mioceno Inferior, provocando aloctonías generalizadas hacia el NO dentro de las Zonas Externas. A partir de este momento tuvieron lugar nuevas fases de deformación manifestadas de di- ferente forma y con intensidad variable según los sectores. En sentido estricto, la orogenia alpina se considera acabada a finales del Mioceno, si bien las deformaciones en la región han perdurado hasta la actualidad, reflejando la actividad de la zona, al igual que en todo el borde mediterráneo. A grandes rasgos, en la Hoja de Calasparra se distinguen dos dominios netamente diferenciados, separados por el segmento suroriental de la falla de Socovos, desga- rre notable de orientación ONO-ESE (N110-120ºE) en la zona noroccidental, que se arquea en el sector central hasta adquirir una dirección E-O en el oriental. Al N de la falla afloran materiales prebéticos, en tanto que al S lo hacen materiales de afinidad subbética, con materiales neógenos y cuaternarios extensamente representados en ambos dominios (Figura 1). El conjunto Prebético, en el que predominan materiales carbonatados cretácicos de afinidad externa, posee vergencias meridionales y una orientación paralela a la de la citada falla, ex- cepto en el sector nororiental, donde adopta tanto la típica directriz bética ENE-OSO como vergencias septentrionales. Por su parte, el conjunto subbético posee una representación equiparable de materiales triásicos, jurásicos y cretácicos, atribuibles a las Unidades Intermedias y al Subbético Ex-

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