MAGNA 3.0-E. 1:50.000. GRADO (028)

91 4.2.2.5. Formas poligénicas Las superficies de erosión existentes en las sierras Sollera y del Naranco (Sc) y en las localida- des de Cabruñana, Rañeces y Escamplero (St) son superficies de topografía suave y limitadas por cambios bruscos de pendiente. Desde el punto de vista genético, estas formas se han interpretado como restos muy degra- dados de los paleorrelieves sobre los que se apoyan las unidades del sustrato cretácicas, en el caso de la superficie de erosión Sc, y terciarias, en el caso de la superficie St. Esta interpretación se ha basado en que las características litológicas y estructurales de estas superficies no indican un origen relacionado con la erosión diferencial, y en la existencia de una relación cartográfica con otras superficies de erosión, con otras formas poligénicas, como relieves residuales , o con discordancias geológicas; dicha relación cartográfica consiste en que las superficies relacionadas definen superficies extensas con cotas y pendientes equivalentes. 4.2.2.6. Formas antrópicas En este sistema morfogenético se han incluido explotaciones a cielo abierto , escombreras , superficies fuertemente remodeladas por el hombre y núcleos urbanos , por tratarse de áreas en las que las actividades antrópicas dificultan la reconstrucción geomorfológica o influyen de forma importante en la dinámica de algunos procesos geomorfológicos. 4.3. EVOLUCIÓN GEOMORFOLÓGICA Durante el final del Carbonífero, las rocas paleozoicas del Macizo Ibérico formaban parte de una cordillera montañosa afectada por periodos de intensa erosión que empezarían a suavizar el relieve y a trazar una red fluvial en relación con las principales estructuras variscas (Birot y Solé Sabarís1954). Desde el Pérmico y a lo largo de gran parte del Mesozoico, el Macizo Ibérico experimentó im- portantes procesos extensionales (Martínez García, 1983) que acabaron por generar extensas cuencas afectadas por distintos episodios de transgresión y regresión marina. En el área del Macizo Ibérico correspondiente a gran parte de Asturias, se desarrollaron durante el inicio del Cretácico Inferior procesos de erosión subaérea y, posteriormente, en el Cenomaniense, procesos transgresivos. Fue en esta situación cuando probablemente se formó la superficie de erosión Sc , relacionada cartográficamente con el paleorrelieve fosilizado por las formaciones cretácicas de la Cobertera mesozoico-terciaria asturiana. En el Paleoceno-Eoceno, el margen continental septentrional de la Placa Ibérica comenzó a deformarse como resultado de su convergencia con la Placa Europea (Boillot y Malod, 1988); a partir de ese momento, la evolución del relieve de esta región se debe enmarcar en un con- texto de levantamiento del zócalo varisco (Alonso et al ., 1996). Este levantamiento dio lugar a un descenso en el nivel de base de la red de drenaje que, a su vez, provocó la disección fluvial de los paleorrelieves preexistentes. Al mismo tiempo se generaron los relieves de las

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