MAGNA 3.0-E. 1:50.000. GRADO (028)

13 feldespáticas, metarcosas y cuarcitas), con intercalaciones de microconglomerados y rocas de origen volcánico (porfiroides). Las capas de metareniscas suelen mostrar bases netas, lo- calmente con estructuras de muro ( flutes y crescent-casts ), e, internamente, gradación nor- mal, laminaciones paralelas y de ripples , pudiéndose reconocer secuencias incompletas de Bouma. La presencia de estructuras debidas a deformación sinsedimentaria de tipo slump sugiere que gran parte de esta sucesión fue acumulada por flujos de gravedad submarinos (Pérez Estaún, 1973, 1978; Pérez Estaún y Martínez, 1978; Martín Parra, 1989; Suárez et al ., 1991), probablemente en zonas distales de sistemas de abanicos submarinos profundos (Valladares et al ., 2002). Las rocas clásticas contienen con frecuencia fragmentos de roca formados bien por agregados de cuarzo con golfos de corrosión, o bien por agregados de cuarzo y albita microcristalina, que procederían en ambos casos de rocas volcánicas. En los microconglomerados aparecen en algunos casos clastos con una foliación previa y texturas características de rocas metamór- ficas de bajo grado. Las rocas que se han interpretado como de origen volcánico o con participación volcánica afloran principalmente en el sector de Tineo-Cudillero (Asturias), al oeste y al norte de esta Hoja. Han sido denominadas genéricamente con el nombre de porfiroides. Fueron citadas pri- meramente por Barrois (1882), aunque sin considerarlas precámbricas. Se trata de rocas con textura porfiroclástica que aparecen interestratificadas en los metasedimentos, con espesores reducidos, que no suelen superar la decena de metros. Presentan porfiroclastos de unos dos milímetros de diámetro, como tamaño medio, englobados en una matriz cuarzo-feldespática con algunas micas (Suárez del Río y Suárez, 1976). Se reconocen dos tipos extremos de porfiroides, entre los que se encuentran numerosos tér- minos intermedios. El primer tipo se caracteriza por la ausencia de anfíboles y la presencia de fenocristales de cuarzo y plagioclasa sódica (albita). El segundo tipo, por el contrario, contiene anfíboles y no posee fenocristales de cuarzo, y la plagioclasa es más cálcica (An 20-30 ). Cuando la cantidad de anfíbol aumenta con relación a la de los otros componentes minerales, se pasa desde este segundo tipo a gneises albíticos anfibólicos, cuarzo-anfibolitas e incluso anfiboli- tas, que aparecen muy esporádicamente y con espesor centimétrico. La textura de estas rocas se debe en parte al metamorfismo y deformación a los que han sido sometidas durante la Orogénesis Varisca. Son comunes las sombras de presión en torno a los porfiroclastos, que se encuentran deformados y fragmentados en distinto grado. En algunos pórfidos biotíticos en los que se han preservado las fábricas originales, pueden llegar a identi- ficarse texturas fluidales y porfídicas volcánicas. Los contactos con los metasedimentos en los que se encuentran intercalados son con frecuencia graduales, y no presentan en ningún caso metamorfismo de contacto. Estos porfiroides han sido interpretados como derivados de rocas volcánicas y volcanose- dimentarias de edad precámbrica (Suárez del Río y Suárez, 1976; Pérez Estaún y Martínez, 1978; González Menéndez, 1979; Marcos et al ., 1980), cuya naturaleza original iría desde riolitas hasta dacitas y, en algunos casos, hasta andesitas.

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